Hablamos aquí de la libertad personal, es decir, de la actividad
radical de la persona humana, creada como novedad estricta.
Esta "novedad" no es, en rigor, ex nihilo, de la nada, pues depende del Origen. La persona es
respectiva de Dios, réplica en Dios, y de Dios, y para Dios.
De ahí que la actividad última o primera de la persona es una búsqueda
de Aquél que puede aceptarla, y que la reconocerá.
Ese saber nuclear es lo que llamamos sabiduría, hábito innato,
solidario del inteligir personal.
Pero aunque la sabiduría, por una parte alcance a saber de sí, a
entender que soy "además", por otra parte, la sabiduría busca también, animada por la libertad
radical que la anima, temas inferiores,
que le servirán en su proyecto.
Proceden así de ella los hábitos nativos (hábito innato de los
primeros principios y hábito innato de sindéresis).
Los hábitos innatos son pues fruto
del despliegue de la libertad trascendental.
Se corresponden con las tres fases temáticas de la libertad (ver
Etiqueta 6.9.0 sobre la dinámica de la libertad)
.
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