No podemos pensar que hemos inventado históricamente el trabajo y que podríamos eliminarlo.
Tampoco podemos pensar que el trabajo es un castigo debido al pecado original, como si la vida de Adán en el paraíso hubiese sido una vida ociosa.
(El
relato del Génesis esuna explicación de los orígenes. Platón afirmaba que
cuanto más envejecía, más amaba los mitos. No son cuentos fantásticos, sino
sabiduría al alcance de todos).
Adán
tumbado en el paraíso es un simple absurdo, si lo pensamos un momento. Aunque
muchas veces se nos pase por la cabeza que Adán era feliz porque tenía todo al
alcance de la mano, no hay tal.
Adán,
que seguramente cometió el pecado original cuando era joven, es decir, ante de
tener hijos con Eva, fue encargado de una tarea por Dios, una tarea que es
importantísima: poner nombre a las cosas. Eso es lo primero que hizo.
Nombrar,
como siempre se ha sabido, es ejercer un poder posesivo.
Es
algo así como agarrar las cosas con la mano de la mente. Trabajo indispensable
para poder dar.
La
vida humana es crecer, asimilar y dar.
De esto habla Polo en
"Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición.
Unión Editorial. p. 42.3. Me he limitado a añadir algún comentario a lo que de
él copio.
Para saber más:
sobre el trabajo, ver
etiqueta 9.2.0
sobre el arranque de
la ética, ver etiqueta 9.1.0
sobre la revelación
primitiva, ver etiqueta 9.1.0
sobre el pecado
original, ver etiqueta 12.3.0
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario