El "nombre" es aquello por lo cual cada persona se distingue de todas las demás.
Persona es cada quién.
La naturaleza humana es común: formamos una especie, en la que vivimos entrelazados. Nuestros cuerpos y almas forman una red de conexiones en el universo físico.
Sin embargo, la persona es irreductibe a lo común. De ahí que cuando la persona es creada "en" el universo físico, esencializa la naturaleza haciéndola suya: una naturaleza física concreta que sigue entrelazada con el universo, pero, al mismo tiempo, pertenece a una persona humana.
Ser irreductible no significa que la persona sea aislada.
"Quién" es co-ser irreductible.
Porque cada persona está abierta por dentro.
Si existiera sola, sería un absurdo, un co-existir con la nada.
La persona se abre por dentro a su destino, a su irreductible inclusión activa en el ámbito de la máxima amplitud, Dios.
Y se abre hacia fuera esperando que el don libre de su vida sea acogido.
El acogimiento está marcado en una piedrecita blanca. Es mi "nombre".
Y el tuyo.
De esto hablan Alfredo Rodríguez Sedano y Juan Carlos Aguilera en su artículo " La intersubjetividad a la luz de la apertura íntima personal", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 36.2-37.2.
Para saber más:
sobre la persona humana…………..etiqueta 5.0.0
sobre la especie………………………...etiqueta 6.1.0
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