Conviene señalar dos distinciones : la distinción entre viviente y vida y la distinción entre vida recibida de los padres y vida añadida por cada persona.
Veamos la primera distinción:
El viviente es el acto de ser personal humano, que Dios crea directamente, libre, inteligente y amoroso.
La vida es la esencia de cada hombre.
La vida depende del viviente, es manifestación del viviente, porque el acto de ser no se agota en el vivir (es además).
El acto de ser es creado personalmente por Dios y activa la naturaleza humana, esencializándola.
No se trata de que el acto de ser actúe sobre una naturaleza humana preexistente. Una naturaleza física deviene humana cuando Dios crea la persona. Por eso es oportuno ver ahora la segunda distinción:
La vida recibida de los padres es una naturaleza física (materia+ forma sutancial+causa eficiente intrínseca). Es una célula viva, la primera, que deviene "humana", cuando es apta para ser "animada". Es ése el momento de la creación de una nueva persona.
La vida añadida es lo que aporta el nuevo acto de ser creado que convierte en esencia humana lo que era una sencilla naturaleza física.
A partir de ahí, la persona, el acto de ser personal, la libertad trascendental, se va abriendo paso, esencializando cada vez más, haciendo crecer lo que será el don de la persona o su manifestación libre.
Las facultades se van "hiperformalizando", es decir, mejorando.
Por ejemplo, la imaginación, de entrada, naturalmente, es como la imaginación de un perro.
Las facultades animales son principios, pero principios que tienen un límite de crecimiento, pues su base es orgánica. Son principios en cierto modo fijos.
Polo habla de "hiperformalización", señalando así que las facultades de la naturaleza humana no sólo son un desarrollo de las condiciones iniciales, sino que superan esas condiciones.
Nuestra imaginación cerebral puede ser manifestación de una sinfonía musical, con novedades insospechadas. Es así como la naturaleza deviene virtuosa, al ser el instrumento del "disponer" (esencia humana es disponer) del viviente.
El hombre supera su naturaleza inicial, va más allá de ella, la esencializa, conviertiéndola en respuesta amorosa a su Creador amoroso.
Y como siempre sobra, su crecimiento es irrestricto.
De esto habla Antonio Alonso en su tesis doctoral en la PUSC 2010, "Libertad y hermenéutica cristiana en la filosofía de Leonardo Polo", p.165 y nota 274.
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