"Integrismo" es integrar la política y la religión.
La unidad de la vida no es una amalgama.
Las dimensiones de la vida (fe, trabajo y amistad) no forman una macla.
La política es un trabajo, o más bien la ciencia de la distribución del trabajo: saber distribuir las cargas y los bienes.
La política debe ser política-política, política pura, al cien por cien.
Cosa imposible sin la luz de la verdad (fe) y sin la fuerza del amor (amistad). Pero, claro está, sin confundirse.
En este asunto se nota especialmente la inspiración que Polo recibe de Josemaría Escrivá, quién, sin proponérselo, como no se lo propuso Tomás de Aquino o Agustín de Hipona, es también auténtico filósofo.
No hay pues integrismo en la noción de unidad de la vida, sino más bien redundancia mutua, enriquecedora. La vida, el crecimiento, depende de esa unidad.
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