Para un viviente, no perder el tiempo es crecer.
Al crecer usamos el tiempo a nuestro favor. El tiempo
no nos desgasta, sino que nos viene muy bien.
Copio entero el párrafo segundo de la p. 110 de
"Quién es el hombre": La ética es el modo de usar el propio tiempo
según el cual el hombre crece como un ser completo, no sólo somáticamente.
El crecimiento orgánico acontece en gran parte en la
embriogénesis, el período que abarca desde el zigoto fecundado hasta el
nacimiento; es éste un período de crecimiento puro; en el seno de la madre el
niño no hace otra cosa que ganar tiempo, se dedica a hacerse a sí mismo,
orgánicamente.
Después del nacimiento se sigue creciendo, por
ejemplo, al domesticar el propio cuerpo, es decir, al aprender a usarlo con la
adquisición de los reflejos condicionados básicos.
Luego, a través de la vida, se adquieren más
conocimientos, constituyendo los órganos –la imaginación, por ejemplo– cuya
formación no es sólo embriogénica (la imaginación es una facultad que crece con
su uso, sobre todo en la adolescencia).
El hombre aprovecha el tiempo creciendo: adquiriendo
hábitos, desplegando libremente su vida como un don para su Creador.
El mayor crecimiento en esta vida se da en la medida
en que el hombre encuentra el valor donal de su muerte, en la que la vida se
consuma.
Y si Dios acepta el don, la persona sigue creciendo,
según la metalógica de su libertad, jugando, cantando, explorando.
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