La
caridad “natural”, o caridad nativa es una de las aperturas trascendentes del acto de ser humano.
La
caridad “sobrenatural”, sin embargo, es una anticipación del crecimiento amoroso que
tendremos en el Cielo.
Ambas
inhieren en el acto de ser personal.
El
vínculo amoroso con Dios Espíritu Santo, Amor (que es la apertura trascendente natural o caridad natural nativa) es enriquecido
con la anticipación de nuestra vida amorosa en el Cielo, que no es otra cosa
que la caridad sobrenatural.
Y ese enriquecimiento del Amor personal, natural y sobrenatural a la vez, repercute en la voluntad y hace que la amistad pueda ampliarse cada vez a más personas y, sobre todo, que crezca nuestra amistad con Dios.
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Estas
ideas están inspiradas en el texto siguiente (que he interpretado a mi manera)
de Sellés en Teología para inconformes :
“Esta
es la tesis central que aquí se va a defender: la caridad (sobrenatural) eleva el amor
personal (natural), que es la dimensión superior del ‘acto de ser’ humano.
Pero
dicha tesis, que es explícita en muchos textos de Polo, no lo es en todos, pues
en alguno indica que la caridad eleva la amistad[1], la cual, si bien
es la más alta virtud de la voluntad, al fin y al cabo es una virtud de esa
potencia, y por ende, pertenece a la ‘esencia’ del hombre”.
[1]
“El Evangelio de la caridad sorprendió a los paganos, pues lleva consigo la hermandad
de espíritu de acuerdo con la filiación divina. Sin embargo, la caridad
cristiana, que eleva la amistad, debe recoger también las características que
le son propias. Tomás de Aquino sostiene que la amistad es una virtud. Conoce
muy bien la Ética a Nicómaco, a la que comenta pausadamente de un modo
casi literal, pero sostiene también que la amistad y la caridad son diferentes.
Por eso, en la Suma Teológica, en rigor, no se habla de la amistad sino
de la caridad”. Polo, L., Ibid., 473-474.

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