La dependencia del hombre de
Dios, a diferencia de la del Universo, no se cifra en el principio de
causalidad trascendental, sino en su libertad.
Por
eso puede extrañar que Polo diga que Dios no es “causa” del hombre.
La
sorpresa desaparece al comprender que crear un ser libre es más que causar.
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