La
muerte cristiana es aceptar con Cristo y como Cristo el abandono de la
felicidad que la vida humana (nuestro cuerpo vivo) proporciona, cuando crecemos
hacia Dios o vivimos en Dios.
Morir
cristianamente es aceptar ese abandono confiando en Dios, que nos resucitará.
Un
morir arrepentidos, con dolor, del mal uso que hicimos de la vida, pero
sabiendo que Jesús reparará con su Muerte (con la Pascua de su Misa) cada uno
de nuestros desperfectos.
Ideas y frases sacadas de Ignacio Falgueras Salinas en
"El abandono final. Una meditación teológica sobre la muerte cristiana.
Universidad de Málaga. Estudios y Ensayos, nº 32, p.55
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