Cada ángel agota su especie.
Cada ángel es una especie distinta.
El animal, al contrario, no agota su especie, está
al servicio de su especie, que a su vez, está en orden a la causa final del
universo.
El hombre tampoco agota su especie, sin embargo, cada
esencia humana es superior a su especie; su esencia va más allá de la especie
pues no se limita a ser una de las posibles manifestaciones de su especie.
El hombre introduce novedades en el cosmos que no
están contenidas en las condiciones iniciales de su especie.
Cada hombre y cada mujer son un tipo distinto,
original, que aprovecha de su especie, disponiendo libremente de su vida.
El hombre, pues, no está finalizado por su especie,
no se define, como el ángel, según su especie.
La naturaleza humana no se finaliza con la especie
humana sino por el tipo que cada uno seremos, a través de los hábitos
libremente dispuestos.
La especie es lo máximo del animal y del ángel
(éstos son especies únicas).
Lo máximo en el hombre es un sentido pleno de la
individualidad entendida como irreductibilidad. No como aislamiento. Cada uno
es cada quien.
Cada ser humano no realiza su especie de igual modo
que lo hace otro individuo.
El hombre, desde el punto de vista de su especie no
es igual, sino que es tipo.
Cada hombre es típico.
Es hijo.
Para saber más ir a etiquetas:
4.3.0 individualidad;
6.1.0 especies y tipos
12.2.1 ángeles
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