Si no existiera la libertad, encontrar la verdad
carecería de sentido.
Si no se la puede cantar, la verdad se trunca, no
puede desplegarse.
Sería una verdad sin verdad, pues no se desvelaría. Es
un imposible.
Cabe también, puesto que el hombre es libre, que aun
encontrándose con la verdad se desvíe de ella, de tal modo que no saque de ella
inspiración.
En ese mismo momento la verdad queda muerta.
Paralelamente la libertad personal queda inédita
sucumbiendo a su error peculiar (que llamamos pecado).
El que asegure que la verdad no existe, no es libre,
porque la verdad sale al encuentro sólo al ser libre.
Si decimos que la verdad no existe nos quedamos mudos,
como plantas. Movidos solamente por el viento.
Para
saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como
inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3
Etiqueta 5.2.1 la verdad y
su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
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