Sí. Somos un manantial.
El universo
depende de Dios solamente en cuanto creado.
La persona, en cambio, depende mucho más de Dios, es
mucho más que un pensamiento divino: depende de Dios en la medida en que
quiere. Es libre.
Depende de Dios como un además que se añade siempre
nuevo.
La inmortalidad del espíritu no es el hecho de no
morir (el universo podría no acabarse), sino que somos "además".
Somos un dúo.
Un ordenador no está abierto por dentro. Es sencillo
como una vaca.
Un ordenador está abierto por fuera. Por eso se le
pueden instalar nuevos programas.
Pero un ordenador no crece. A lo más, despliega sus
programas.
La persona humana está conectada íntimamente con Dios.
De ahí la posibilidad de la novedad. Añadiéndose.
.
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