El sentido aristotélico
primario de "acto" es el acto de conocer (enérgeia): la mente
despierta.
Pero eso no quiere decir
que una patata, o construir una casa, no sean "actos".
Son actos también, pero
otro sentido distinto del acto. Es el acto como "realidad en sí" el
acto acabado, la realidad extramental. O en el caso de la construcción de la
casa, el acto que es movimiento físico.
La realidad en sí es el
otro sentido del acto hallado por Aristóteles, distinto del acto de conocer.
El acto de conocer
también es real, pero es un sentido de la realidad distinto del sentido de la
realidad vinculado a lo extramental.
Aristóteles lo dice de
muchas maneras: "el fuego pensado no quema" o "la idea de
caballo no engendra un caballo".
La enérgeia, el
acto de conocer, no es una causa eficiente, sino acto inmaterial, no efectivo:
cuando pienso una cosa no la estoy produciendo.
¿Dónde está la idea de
caballo?, ¿en el cielo? No, porque entonces sería real extra mentem (entelécheia).
La idea de caballo está
en mi mente cuando la pienso (enérgeia). La idea no es efectiva en
cuanto que está en la mente.
En el conocimiento no hay
"inseidad", pero no por ello hemos eliminado absolutamente el en sí.
No decimos que no exista ninguna inseidad, sino que es exterior al
conocimiento.
Construir una cosa es una
acción real. La casa construida es también real. Pero con otro sentido de lo
real distinto del conocer las casas, pues la casa es real al margen de
conocerla.
Este sentido de lo real (entelécheia)
es eficaz, es capaz de influjo. Es decir, una piedra pensada no hiere a nadie.
En cambio, una piedra real puede romperte la cabeza.
La acción de pensar es
real. La piedra en sí es real. Son dos sentidos distintos de la realidad.
La piedra pensada, el
objeto del pensamiento, es irreal. Se limita a remitir intencionalmente a la
realidad de la piedra (entelécheia), cuando la pensamos con un acto de
pensar (enérgeia) que es otro sentido distinto de la realidad.
Polo es el filósofo de la
distinción. Aristóteles también lo fue (aunque menos).
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, capítulo 6, p.77.2
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