No
Incluso cuando el alma está
llena de vicios existe siempre una aspiración al amor.
Es la manifestación viva de
la sindéresis, no borrada por la
mala disposición de la voluntad.
Recuerden que la sindéresis
es un hábito innato al intelecto personal que somos.
La palabra sindéresis significa "atención
vigilante".
Sin darnos cuenta, (a no ser
que abandonemos el límite mental en su 4ª dimensión, pues entonces sí que nos
damos cuenta), sin darnos cuenta, decía, poseemos habitualmente una voz interior, que nos
impele a obrar: ¡haz el bien!, ¡lo tuyo es obrar! Es la voz de la sindéresis.
El yo, ápice de nuestra esencia (hábito de
sindéresis) naturalmente impele: "lo
tuyo es actuar". De ahí nace, trascendentalmente, nuestro sentido del
deber.
La persona, desde el
ápice de su yo es siempre "dócil", se abre inherentemente, irremediablemente, para responder al amar de Dios.
Llamamos apertura "inherente" precisamente a la dualidad entre acto
de ser personal y esencia humana.
Nuestra mala voluntad
puede hacer acallar la voz de la conciencia o escoger lo que no nos conviene,
pero todo hombre y toda mujer sabemos que debemos actuar y que debemos hacer el
bien. Otra cosa es que lo hagamos.
Nunca se pierde la
aspiración al amor, a ofrecer, con la virtud, nuestro don. Pero podemos
fracasar.
En la etiqueta 6.2.0
estudiamos el yo y la sindéresis.
Y en la 5.9.0
hablaremos de la apertura inherente.
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