Llamamos religiosidades
puras a la práctica de las religiones que no han, casi, deformado la revelación
primera, transparentándola con sencillez.
Son religiosidades de
pueblos primitivos en los que, entre otras cosas, todavía no predomina la
agricultura (la agricultura deforma a causa de sus ciclos regulares).
Polo pone dos ejemplos de
preculturas : los pigmeos (cazadores) y los patagones (pastores).
Creen en un Dios único.
Los patagones sabían que
Dios es padre.
Un Dios que, según los
pigmeos, se alejó dejando al hombre solo ante otros poderes que se han
destacado. De aquí que recurran a la magia, al poder de los conjuros de la
palabra, para cazar, y a las representaciones.
Es una religiosidad ritual
que no versa sobre Dios.
No hay culto, pues Dios se
alejó. Y para atenerse a la situación debemos contar con los poderes de los
animales y de los tótems.
Estas religiosidades de las
preculturas ancestrales se han determinado atendiendo a un acontecimiento
decisivo: algo que pasó. No son teorías acerca de Dios, sino un despliegue
ritual de creencias, una manera de comportarse frente a los poderes. Sin entrar
en consideraciones sobre la naturaleza del Poder.
De esto habla Polo en el
último capítulo de "Quién es el hombre" p. 226.2
Para saber más:
sobre la religiosidad:
etiqueta 9.2.2
.
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