Pienso que "el
olvido de sí" puede referirse a dos disposiciones de la persona humana
altamente fructuosas.
A)
olvido de quién seré:
nos olvidamos de
nosotros mismos cuando omitimos la búsqueda de nuestra réplica, (nuestra Réplica de Dios), de nuestra
identidad o Amor, para ponernos a trabajar.
La persona, al ejercer
su hábito de los primeros principios, al abrirse hacia afuera, cesa
generosamente de ser protagonista para contemplar la creación.
Y no solo la deja ser,
sino que, ejerciendo la sindéresis, comprometiendo su yo e introduciendo el
límite mental, trabaja como un mulo.
B) olvido de mi yo:
sí, estoy hablando
ahora del descanso deportivo o del reposo dominical. Me olvido de mi trabajo,
de mis intereses y afanes, para descifrar y contemplar el sentido de mi vida: quién seré.
Los cristianos llamamos
a este olvido, oración.
Trabajo y oración.
Dos modos de olvidarnos
de nosotros mismos.
Y la adoración es el ocultarse del yo.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal
y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 345.3
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