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En el ascensor no estamos
solos. Subimos acompañados de los demás, los otros, en el mismo ascensor.
Cuando, esclavos de nuestro
querer solitario, los hombres libres, compañeros en la ascensión, nos hablan de
la luz íntima, exterior a nuestra caverna, mejor dicho, más íntima que nuestra
intimidad,nos rebelamos quizá contra ellos y odiamos.
En lugar de jugar,
nuestro juego se pervierte. Odiar a otro es la forma perversa del juego del
amor.
Los equipos rivales se
odian (René Girard tiene una interesante teoría antropológica sobre la
violencia engendrada por el deseo mimético pervertido).
¡Qué
distinto es jugar con los otros! Mirar juntos las infinitas pantallas de los
infinitos futuros.
Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de
la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde
este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html
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