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La persona humana "está" en relación con
Dios, con las demás personas, con el mundo, en cuanto que esencialmente se
manifiesta.
Y la persona humana "es" relación en
cuanto que es hija, trascendentalmente, de Dios.
"Ser"
relación es ser relación "subsistente". Se trata
de una relación trascendental o existencial.
Al decir "estar" en relación, nos
referimos a las relaciones categoriales.
Trascendentalmene, sin embargo, La
sindéresis, el hábito de los primeros
principios y el de sabiduría (que son hábitos superiores) abren la persona,
respectivamente, a relacionarse
radicalmente (y no sólo categorialmente) con su obrar, con el universo y con su
intimidad, también divina.
Se trata de relaciones existenciales,
no categoriales, que tornan a la persona en coexistente.
La persona humana, gracias a esos hábitos superiores
es coexistente, co-ser, trascendentalmente.
Ahora debemos añadir que esas relaciones no subsistirían
sin la dependencia de Dios.
De ahí que digamos que la persona humana es relación, subistente en el orden del Origen.
Si no fuéramos hacia Dios, perderíamos el carácter
de además, como el demonio. (Ver el libro sobre el pecado del profesor Sellés).
La persona huérfana de Dios está como borracha. La
vida deviene esencia o manifestación interminable de la soledad.
Ser además, es más que mera relación.
Coexistir,
como dice el profesor Juan A. García, es más que relacionarse. Es relación
subsistente en el orden del Origen.
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