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Mi amigo Vargas llama
"juego teándrico" al crecimiento personal entendido como actuosidad
sin detención.
El juego de Dios con el
hombre y del hombre con Dios.
Juego que comienza en esta vida, desde la concepción (y que
crece sin cesar a no ser que lo interrumpamos voluntariamente). El embrión no
puede detenerlo. Y el viejito en coma tampoco.
La actuosidad por
excelencia es el juego, la mutua colaboración para la Gloria de Dios. Y cuantos
más jueguen mejor.
En el ascensor
acristalado subimos todos juntos. Gracias al diálogo (al dar generoso)
apreciamos mejor el panorama. Dialogar es también jugar.
La libertad por
excelencia es jugar.
Y al destinarnos libre y
definitivamente a Dios, el juego crece sin culminación. No es otra cosa que la
canción de la alegría.
Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de
la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde
este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html
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