Sí.
Se trata de la última fase del
desarrollo de la intelección.
No es un don añadido al don de la
inteligencia natural, sino la culminación de la intelección humana.
Podemos entender que Dios, como
fuente de amor, desea darse a conocer.
La mente es capaz de alcanzar el
sentido de la propia existencia. Su culminación es el conocimiento verdadero
que el hombre tiene de Dios.
Es, por decirlo así, el fruto de
obedecer a la Verdad, siempre más.
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