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Del mismo modo que los hábitos inferiores permiten la libertad pragmática (hablo de los hábitos categoriales)
y del mismo modo que los hábitos adquiridos por las potencias espirituales permiten la libertad moral,
del mismo modo, digo, los hábitos superiores permiten el ejercicio de la libertad trascendental (que es una perfección pura del ser personal, es decir, un trascendental antropológico, no metafísico).
Permiten la metalógica de la libertad. (etiqueta 6.8)
La libertad trascendental, nuestro co-ser inagotable, al desdoblarse gracias a los hábitos superiores, coexiste con el mundo, con Dios y con los demás ; y dispondrá libremente dónde y cómo vivir.
Contigo pan y cebolla.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 340
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