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Sí y no.
En la filosofía moderna, la noción de hábito (1.9.2) se ha perdido o devaluado.
Se dice : "esta persona tiene hábitos" aludiendo a que tiene manías, rutinas, o meras costumbres.
Del punto de vista intelectual, los hábitos serían "prejuicios" y desde el punto de vista de la voluntad los hábitos (que entonces se llaman hábitos morales) nos quitarían responsabilidad : por ejemplo, ser ordenado, puntual y otros "amaneramientos".
Queda un poco de prestigio al hábito, en la filosofía moderna, cuando se le asimila al "contexto", ya que les sirve para justificar la falta de compromiso.
La noción de "contexto" es una noción debilitada de la visión global (1.17). Se acogen las novedades dentro de unas coordenadas, de un "contexto". Somos así y no podemos salirnos fuera de lo que ya somos.
El hábito aristotélico no es eso.
El hábito aristotélico es un refuerzo que nos permite conocer mejor y actuar con el apoyo del bagaje de la experiencia.
Si recuperamos la noción de hábito se enciende la llama del atleta : mi destino está en mis manos. Puedo mejorarme más allá de lo que mi situación inicial me permitía. No estoy solo.
Soy capaz de novedad.
No se trata de gozar de los múltiples placeres que ofrece la vida. Al final, el gusto se estraga y el caleidoscopio cansa y cansa, ¡qué aburrimiento!
Se trata más bien de la auténtica novedad: vemos más y mejor ; amamos más y mejor. Es un canto.
Por ahí va la noción de hábito… el refuerzo que abre horizontes, posibilidades, novedades.
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.65.3
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