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La memoria orgánica, propia de la vida animal, es un "banco de datos".
La avispa sabe volver al agujero desde donde salió porque es capaz de retener, en su cerebrito, el pasado. Puede orientarse rememorando los pasos sucesivos que ejecutó.
El hábito, la memoria intelectual de Aristóteles no funciona así.
La memoria de la vida animal se refiere al tiempo, a los cambios sucesivos.
La memoria intelectual (el hábito) se refiere a lo que no cambia, a lo esencial extratemporal.
Yo no vuelvo a un agujero, sino a mi hogar.
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.65.2
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