Cuando exponemos las distintas aperturas de
la persona humana, podemos asustarnos ante el panorama: la persona humana es
muy compleja.
En efecto, la persona humana no tiene la
sencillez del universo físico.
Y tampoco tiene la simplicidad de Dios.
Sin embargo, la misma complejidad, hace que
el panorama sea hermoso, en la medida en que todas las dimensiones se
manifiestan, bellamente armonizadas.
Adentrémonos en el estudio de las aperturas
humanas con confianza. Es una aventura muy sabrosa.
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