Tanto las normas éticas como las jurídicas son
exclusivas del hombre. No hay ningún animal que tenga costumbres y derecho
(llamo costumbres a maneras de conducirse de acuerdo con la cultura o la
civilización).
Pero el derecho y las costumbres culturales son normas
derivadas de las normas éticas.
Las normas éticas son las originarias porque son
inseparables de la libertad. Son leyes del ser libre para ser libre.
Las leyes físicas y las leyes psicológicas dependen de
la biología del animal, son leyes que se cumplen automáticamente.
Las leyes del derecho y de las costumbres, aunque
derivadas de las normas éticas, tienen también algo de automático, no son tan
inseparables de la libertad, como las normas éticas.
El semáforo rojo me detiene casi automáticamente
(aunque yo guarde la posibilidad de saltármelo). Su incumplimiento no me
esclaviza. Por ejemplo, no pierdo mi libertad si alguna vez, cuando no pasa
nadie un domingo temprano, me lo salto. Soy más libre saltándomelo.
No pasa lo mismo con las normas éticas, pues si mato
al inocente, pierdo mi libertad arrastrado por la pasión. Si asesino, me
pierdo. Si robo, me pierdo. Libremente debo siempre amar. Si no amo, me
pierdo.
Las normas éticas no son mecanismos, no nacen por
consenso. Me obligan, porque soy libre y para ser libre. Puedo
conculcarlas, y entonces me pierdo. Puedo seguirlas, y entonces me gano.
Vivir éticamente es ganar tiempo.
De
esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas
clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 61
Para
saber más:
sobre
normas, bienes y virtudes, ver etiqueta 9.1.4
sobre
la ley natural, ver etiqueta 6.2.0
sobre
la cultura, ver etiqueta 7.2.0
.
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