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La persona no teme la nada.
Es inmortal.
Como ser además que es, inagotable, lo suyo es seguir hacia dentro, y profundizar en la hondura del espíritu.
(aclaro que cuando aquí decimos "persona" estamos hablando de la dimensión trascendental de la persona y no de sus manifestaciones en el tiempo. En efecto, muchas personas temen la muerte en esta vida).
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 348.4
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