El ser primero o ser natural es fijo.
Es como un caleidoscopio* que podemos girar dando lugar a infinitas combinaciones.
A cada vuelta los cristalitos se fijan, nos deleitamos y volvemos a empezar.
El ser primero, en su sencillez, obedece. Ya está fijado lo que el universo puede dar de sí.
El ser segundo o ser personal es siempre creciente, inagotable. Es la persona que maneja el caleidoscopio a su antojo. Manifiesta su insaciabilibad girándolo a su gusto. Y al no estar sola, puede combinar su caleidoscopio con los caleidoscopios de los demás, proyectándolos, si quieren, para jugar amorosamente.
La persona, dice Polo, crece en tanto que coexiste. El ser segundo o ser persona humana es así, un acto siempre creciente, inagotable, que inventa mundos nuevos con los demás.
* El caleidoscopio es un aparato óptico consistente en un tubo con dos o tres espejos inclinados de tal manera que al mirar por un extremo ciertos objetos puestos en el otro (cristalitos de colores) se ven multiplicados y formando figuras simétricas.
Un misionero me regaló siendo niño un caleidoscopio. No me cansaba de girarlo, asombrado ante las imágenes siempre nuevas que aparecían.
Ah ! Feliz Navidad...
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 330
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2 comentarios:
¡Feliz Navidad! Y gracias por hacernos pensar un poco.
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Merci.
Si el Niño es Verbo, nosotros somos adverbio.
Atentamente,
Joseph Kabamba
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