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He recibido el nº 95 de Anuario Filosófico (2009-2) y me he reído muchísimo con el colapso tusígeno de Juan Arana.
Después es interesante lo que Juan Cruz Cruz cuenta sobre la vergüenza trascendental.
Pero la sorpresa ha sido encontrarme con el artículo de Juan A. García González "Existencia personal y libertad". Es sencillamente estupendo.
Espero poder contarlo algún día.
El artículo de Tomás Melendo titulado "la libertad: crecimiento y plenitud" es un buen exponente del punto de vista de una línea de autores (Cornelio Fabro, Carlos Cardona, Tomás Melendo) que consideran el acto de ser como un acto intensivo.
Describe, pues, la libertad en su dimensión moral, que aparece cuando la voluntad apunta al fin último, y va creciendo en intensidad.
No alcanza el autor a distinguir el acto de ser suficientemente de la esencia, por lo que considera el acto de ser como intensivo.
Así no descubre la libertad como trascendental personal.
En esa línea se llega a decir (p.360 1) : "Cuando se trascienden las condiciones empobrecedoras de la materia, nos topamos con el acto de ser personal".
Desde la perspectiva poliana la materia no empobrece nada, pues el ser personal la eleva a su altura.
Y dice también que solo Dios es absolutamente libre.
Es cierto desde su punto de vista, como bien aclara.
Pero ¿no podemos vislumbrar que los hijos de Dios somos divinizados siendo, en comunión, también absolutamente libres?
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