Usted dice que la persona no es ni hombre ni mujer. ¿Hay algún texto de la Escritura en el que apoyarse?

 


Sí.

Gálatas 3, 24 : No hay ni hombre ni mujer.

 

La sexualidad pertenece a la esencia de la persona humana.

Y sostenemos con Polo que la persona es el acto de ser.

La esencia es añadida.

Respetamos así la distinción real entre acto de ser y esencia en la criatura.

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¿Qué son los dones del Espíritu Santo?

 






Son las llamadas más altas de Dios a la santidad.
Atribuidas al Espíritu Santo.

Coronan el crecimiento de los cuatro trascendentales personales.

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Intervención de Louis Cardona sobre los dones del Espíritu Santo.

 

Desde nuestro punto de vista (humano), según el criterio que elijamos, un Don nos parece superior a otro.

 

La Revelación Divina se adapta a nosotros: por eso revela una pluralidad de Dones.

¿Quizás es solamente una sola Acción Divina, dado que Dios es Identidad y que el Espíritu Santo nos es dado como Don?

 

Me parece que para Santo Tomás el don más alto es el de sabiduría (cfr. S.Th. II-II, q. 45).

 

S. Agustín no pone jerarquía en los Dones, me parece. Considera la Caridad como superior. Y ésta es un fruto, una virtud, no un Don.

 

Tengo la impresión de que hay soluciones para todos los gustos.

 

Me parece que la sabiduría, como la entiende Polo (con respeto a las notas que podemos recibir desde el yo -que, en el fondo, es la conciencia-), aparece como lo más elevado y en sintonía con el amar personal.

 

Si el Espíritu Santo, que nos es dado como Don habitante en nuestro ámbito personal, nos eleva en cuanto amar, lo puede hacer de dos modos: como Caridad (elevación del amar personal), como elevación de los hábitos innatos (y, entonces, la sabiduría es el más alto).

 

Pero, ya lo dije, desde nuestro punto de vista (el yo que nota lo superior), todo depende de lo que notamos…: y, ahí, ponemos la estructura que nos parece más "lógica" (aquí se unifican las vías prosecutivas del conocer).

 

Dicho de otro modo: también tu modo de expresar este importante tema me parece muy bueno y digno de ser tomado en consideración.

¿Azar o Providencia?

 

He aprendido del profesor Sanguineti varias distinciones que me permiten  entender cómo la Providencia divina gobierna la Historia.

 En primer lugar el azar es querido y creado por Dios. El azar, las coincidencias caprichosas, no se opone a la Providencia, al contrario, es un modo del juego de Dios con los hombres.

 En el lado opuesto se encuentra el milagro. Dios se salta las leyes que Él mismo crea, para mostrar su presencia en nuestro beneficio.


Y entre estas dos nociones se encuentran los favores. Si con la tecnología podemos cambiar, sirviéndonos de las leyes naturales, el curso de la historia (inventar el internet y la bomba atómica), mucho más Dios interviene en nuestro favor, sin alterar sus leyes, combinándolas y sirviéndose de ellas.

 

Los milagros pueden ser verificados. Los favores no, pues no cambian las leyes, simplemente se sirven de ellas con inteligencia divina, para darnos lo que nos conviene.

 

Una consecuencia clara es que si yo rezo, Dios puede acordarme lo que le pido, como un favor, o como un milagro, incluso si, tonto de mí, lo considero solamente una casualidad, olvidando que las casualidades también han sido queridas por Dios, es un regalo de Dios (sonó la flauta por casualidad, querida por su Providencia).

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¿Por qué me parece que el don del Espíritu Santo más alto es el don de Piedad?

 


Me lo parece porque corona nuestra filiación divina.

 

La persona humana es hija. Somos hijos.

 

Es cierto que el Espíritu Santo, con su gracia santificante, nos da las tres virtudes teologales sobrenaturales, y sus siete dones, y sus frutos.

Pero en la diversidad siempre tenemos que respetar la jerarquía.

El trascendental personal más alto es el Amor personal.

Después viene el Intelecto personal con sus hábitos innatos de sabiduría, primeros principios y sindéresis.

 

«Los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Porque no recibisteis un espíritu de esclavitud para estar de nuevo bajo el temor, sino que recibisteis un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: “Abbá, Padre”» (Rm 8, 14-15).

 

No es lo mismo conocer que amar.

El sentido de la filiación divina exige conocimiento, pero sobre todo exige la piedad de un hijo.

Por encima del don de Sabiduría, debe situarse, a mi entender, el don de Piedad.

 

La apertura transcendente correspondiente es la esperanza trascendental que se abre a Dios Padre.

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¿Dónde radican las virtudes infusas?

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Las virtudes infusas, tanto las naturales como las sobrenaturales, son aperturas transcendentes del ser personal.
Radican en el co-ser personal.

Las "no sobrenaturales" son el fruto de la llamada inicial de Dios o gracia primera. (Etiqueta 5.15.0).

Las virtudes infusas "sobrenaturales" siguen al bautismo, es decir, al inicio de la "nueva creación" (estudiamos la nueva creación en la etiqueta 5.16.2).

Son regalos gratuitos incrementados por los dones del Espíritu Santo.

Las virtudes infusas, al abrirnos a la transcendencia, redundan en la esencia humana, elevando la inteligencia, la voluntad y demás potencias del hombre de acuerdo con su "proceder" de la persona.

Radican, pues, en la persona.


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