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Los
tipos son modalizaciones de la especie.
Cada persona humana es un tipo de la especie humana,
pero luego las personas humanas se van agrupando según características comunes,
los tipos básicos son hombre y mujer, pero luego están los carpinteros, los
albañiles…
La persona humana se abre hacia afuera y Polo
caracteriza esa apertura diciendo que puede hacerlo según los tipos de
co-existencia: hacia los semejantes y hacia el universo físico (el mundo de
cada quién).
El tema de los "tipos"
de co-existencia o apertura hacia afuera, nos lleva a hablar de cuerpo y
alma.
¿Qué recibimos de entrada?: la naturaleza humana, que es
común para todos los hombres; un cuerpo del universo material informado por un
principio de vida.
Somos animales como los animales. Cuerpo y alma
(cuerpo animado o vida).
Co-existimos con el universo material pues, en tanto
que personas humanas "tenemos" cuerpo y alma.
Sin embargo, nuestro nacimiento es tan improbable que
exige la predilección divina.
Dios quiere, en su sabiduría, que nazca
"esta" amapola.
¿Somos, entonces, resultado del azar?
No. Porque dependemos de la elección de Dios, que ha
determinado las condiciones iniciales para que nazca esa amapola.
Sin embargo, y aquí está el núcleo del saber, nuestro
cuerpo y nuestra alma "dependen" también de la persona que soy.
El alma y el cuerpo que somos de entrada, son "esencializados" al ir manifestándonos
a través de nuestro cuerpo vivo. Pertenecen a una persona que se abre hacia afuera con ellos.
Nuestro cuerpo y nuestra alma no son como los de los
animales, pues están en el horizonte entre el tiempo y la eternidad de una
persona humana.
De
esto habla Polo en Antropología Trascendental I, p. 208, 2.
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