.
No.
La vida del ser humano es la esencia de la persona
del hijo.
Y para que sea su esencia, la persona debe
“esencializar” la vida recibida de sus padres, en la medida en que se
manifiesta en ese cuerpo.
Pero no crean ustedes que la “esencialización” es un
acto “consciente” de la persona o algo parecido.
El “añadido” es la manifestación de la persona.
La persona se “manifiesta” porque aquellas células vivas,
o ya la primera célula fecundada tiene una “forma” humana (46 cromosomas).
Es lo mismo que decía Tomás de Aquino cuando afirmaba
que Dios crea el alma humana en el mismo instante en que el cuerpo tiene “forma”
humana.
Veamos un texto de Polo :
“La vida que viene de
los padres tiene que ser reforzada por el hijo para que sea vida propia: se
añade vida a las células sexuales, que están vivas.
A la vida que procede de los padres se ha de añadir un
refuerzo que depende de la persona del hijo.
Dicho refuerzo es la manifestación de la persona.
Si la vida de un ser humano procediera enteramente de sus
padres, no se podría hablar de la vida como esencia de la persona del hijo”.
Polo, L., Antropología
trascendental, II, en Obras Completas,
Serie A, vol. XV, Pamplona, Eunsa, 2015, p. 285.
A lo que añade: “la relación entre persona y cuerpo tiene
que ser muy estrecha, y por tanto, en el orden de la esencia la persona tiene
que añadir. Solamente de esa manera –añadiendo– la esencia de la persona se
hace con la vida que viene de los padres.
El cuerpo propio es un hecho que, de antemano, está vivo:
generado por los padres.
El hijo añade vida a las células sexuales, que están vivas,
para que sean vida propia: cuerpo de un alma”. Ibid., p. 582.
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