La persona humana, aunque con un destino trascendente, es
(con todo rigor) el habitante del universo.
Primero
porque es persona “corpórea”.
La
persona humana es espíritu en el tiempo, es creada en el tiempo del universo
físico y tiene como tarea habitarlo, instaurando su don libre.
Para
ello despliega su actividad vital, fabricando los medios que forman la cultura.
De
entrada, la persona humana (al decir “de entrada” nos referimos a su naturaleza
recibida), está abierta a la cultura recogida por tradición. La persona humana
está así insertada en la historia y llamada a proseguirla.
Nacemos
en el espacio y en el tiempo.
El ser
humano es la persona que habita el
cosmos, con la acción productiva de su cuerpo.
Ideas
sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A.
García González.
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