En septiembre 2019 mantuvimos un simpático intercambio Yvette, Beto y yo
(Joseph Kabamba).
Recogí en el whatsapp de polianos “gift-love structure” unas consideraciones
de Jorge Mario Posada (universidad de la Sabana y uno de los mejores discípulos
de Polo), sobre la distinción entre la mística y la antropología trascendental
del maestro.
En efecto, Yvette, encantada de la manera como Polo habla de Dios, lo
asimiló a los grandes místicos.
Sin embargo, Jorge Mario Posada habla de la mística como un callar
ante el Misterio de Dios.
Yvette rompió una lanza, con todo respeto, en favor de la gran Teresa y
del poeta Juan de la Cruz.
Ellos entraron a fondo en el Misterio de Dios y hablaron de Dios. No
se callaron.
En ese sentido Polo sería un místico pues ha entrado a fondo en el
Misterio y da cuenta de él.
Menos mal que Beto Vargas explicó inmediatamente que no se trataba, ni
mucho menos, de desprestigiar a los místicos (que tanto saben de Dios), sino de
mostrar cómo Polo accede a Dios por un método filosófico (el abandono
del límite mental).
Ese abandono es filosófico (no sobrenatural como los dones que Dios
ofrece a los místicos).
Cuando Jorge Mario dice que los místicos “se callan” no hace sino señalar
una actitud frecuente en filósofos creyentes, que en un momento dado declaran
que lo que “dicen” no se alcanza “pensando” o “filosofando”, sino que viene del
Amor.
Polo sigue, a mi parecer, más a santo Tomás que a los franciscanos.
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