Polo es el filósofo de la
"distinción".
No tener en cuenta la
distinción radical entre acto de ser y esencia aboca indefectiblemente en el
monismo y, por tanto, en la imposibilidad del conocimiento de Dios.
De ahí el mérito de Tomás de
Aquino al descubrir la distinción real entre acto de ser y esencia, y asentar
así la necesidad de la creación.
Polo profundiza en esa
distinción.
Distingue, como Tomás, esencia
y acto de ser, pero la peculiaridad de su enfoque estriba en presentar la
esencia como un ejercicio activo dirigido "hacia" la
posteridad o hacia el futuro, hacia su acto de ser.
Quizá la mejor luz que
ofrece Polo sobre la distinción esse-essentia, consiste en su propuesta de esta
cierta antecedencia de la esencia.
No es que niegue la
prioridad del acto de ser sobre la esencia, sino que la entiende con más
realismo.
Ya que
esa
prioridad no es de carácter eficiente, sino final, finalidad pura.
Por
un lado, la esencia del universo frena el despliegue del acto de ser del
universo físico, permitiendo así que el mundo sea habitable : ésa es la
finalidad del acto de ser del universo, su esencia: que podamos
"vivir", es decir, que podamos edificar nuestro don, cosa posible
gracias a la lentitud introducida por la actividad de la esencia del universo físico. En efecto, al
tener que desplegarse tetracausalmente, la persona humana puede intervenir
esencializando su mundo.
Por
otro lado, la esencia humana (que es
distinta de la esencia del universo físico) manifiesta libremente, (de ahí su
antecedencia) el destino.
Sí,
estamos destinados.
Pero
el destino está en nuestras manos.
El
acto de ser personal rige en cuanto que pide a la esencia humana que disponga
cada vez más libremente.
La
finalidad trascendental no es otra cosa que la libertad de los hijos de Dios.
Grandioso.
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