Es evidente que la abstracción no es un conocimiento
apto para conocer la propia naturaleza humana.
En efecto, la naturaleza humana no es meramente sensible
pues tiene una dimensión espiritual.
La dimensión espiritual no se puede conocer por
abstracción, puesto que en la abstracción se ilumina lo sensible.
La voluntad y la inteligencia no son sensibles: no se
pueden conocer por abstracción.
Necesitamos un conocimiento superior, sistémico, desde
el hábito innato de sindéresis, para entender lo que somos.
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