La libertad es acto enteramente abierto. Pura
apertura. Ratificación como "además".
Mejor llamarla "actividad" actuosa. No se
detiene.
Trascendentalmente la libertad se comunica a los demás
trascendentales antropológicos (el inteligir y el amar personales) animando la
búsqueda de réplica. Es, por así decirlo, el alma del amor.
La libertad personal en el hombre, tras alcanzar el
hábito innato de sabiduría, que no es otra cosa que la solidaridad
metódico-temática o transparencia, es decir, el saber sobre sí, puede
extenderse hacia afuera, gracias a los
hábitos nativos (sindéresis y hábito de los primeros principios), extendiéndose
a la esencia, a las manifestaciones personales, para activar o abrir el don de
la vida, haciéndolo crecer. Para otorgarlo a mi Origen.
La libertad es semejanza de Dios. Es apertura a una
innombrable variedad de temas y a la búsqueda de temas superiores que la
transcienden. Es llama que no se consume, pero que alberga contenidos que
queman.
La libertad no se dobla con esos carbones o temas, es
atemática. No desvela necesariamente un tema, sino que está abierta a la
pluralidad de temas. Es un conectivo de actos. Es fuego. Semejante a Dios que
abarca la máxima amplitud.
De
esto se habla entre otros lugares en
Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10,
2008, p. 16.4-16.7 y 19.3
Para
saber más sobre la libertad
Etiqueta
1.1.2 libertad
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1.1.2 naturaleza y libertad
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5.5.4 libertad personal
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6.1.5 libertad esencial
Etiqueta
6.8.0 metalógica de la libertad
.
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