La esperanza definitiva.
Ya no se tratará de aguardar, esperando que el tren
llegue a su destino.
La esperanza futura es y será la eterna apertura que
facilita el rebrotar de mi don.
Será la plenitud de la filiación divina.
Saber que mi Padre siempre acogerá mi don.
Es la esperanza que nace de la confianza: los
destinatarios de mi don nunca me fallarán.
La esperanza en el orden del amor es la imposibilidad
de frustración.
¡Qué bien se está!
Glosa
a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p.
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