La antropología clásica considera como lo más alto el
fin, la contemplación de Dios.
Pero si el ser persona no es sólo la capacidad de
poseer la felicidad, si la persona está abierta por dentro, añadiéndose,
dándose, entonces debe haber una noción ulterior al fin.
Polo llama a eso que está más allá del fin del hombre,
el “destinar”.
Al hombre no le basta ser feliz. No le basta
contemplar él a Dios, porque Dios no es sólo el término de un deseo, sino el
destinatario de su otorgamiento (estar abierto por dentro, no es otra cosa que
dar libremente, íntimamente).
La tarea de mi vida es destinarme, responder.
La novedad ahora es comunicar.
Mi hermano suele decir que rezar es chatear con Dios.
Glosa
a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p.
133
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