La plenitud de la historia constituye un orden
completo, que sólo puede ser abarcado por la unidad que está por encima de todo
orden.
Sólo la Providencia divina puede asistir
intrínsecamente, y al mismo tiempo extrínsecamente, al intrincamiento de las
decisiones humanas.
Para que se conserve, la historia ha de culminar. Hace
falta una intervención de Dios.
Dios ve eternamente la dialogicidad como culminación
de la historia y con vistas a esa culminación, Dios conserva la historia.
Es en la plenitud de la unidad de la existencia donde
culminará la historia del hombre en esta vida.
Estudiaremos la historia en la etiqueta 7.0.0
.
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