Según
Tomás de Aquino, el pecado original es un
pecado de ciencia.
La
ciencia propia de Adán habría sido la ciencia sólo del bien (no del bien
y del mal), es decir, del bien en tanto que incrementable.
El pecado
original es la omisión de dicha ciencia y su sustitución por la ciencia del
bien y del mal, que compromete al hombre en actividades indebidas.
De esto se habla en L.
Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 173.2
.
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