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Al ejercicio del hábito de los primeros principios reales.
La persona es generosa porque se olvida de sí, de su yo que quiere actuar, y se abre hacia el exterior, hacia la creación, hacia fuera, contemplando el ser del universo, dejándole ser, aceptando que sea.
También advierte la causalidad trascendental y el principio de identidad (que es el Origen, Dios).
La persona advierte fácilmente estos primeros principios abandonando el límite mental (1ª dimensión).
Ayer me llegué a los rápidos del río Congo, cuando huye de Kinshasa.
No fui yo solo el que abandonó el límite.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, nota 31, p. 346.3
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