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La dimensión del crecimiento, a nivel esencial (es decir, la disposición esencial del hombre, nuestra vida donada) se distingue de la dimensión del crecimiento, a nivel del acto de ser personal (la iniciativa divina que cuenta con nuestro don).
Para entenderlo,
fijémonos en el cuarto trascendental, el amar personal. (Lo mismo ocurre en los
otros tres trascendentales personales, pero en el amar se ve más clara la
necesidad del don esencial).
Porque el cuarto trascendental, el más alto, es una tríada amorosa: Aceptar-dar-don. (Dios que Acepta, la persona que da y el don de su vida).
Damos nuestra vida
esencial, que debe ser Aceptada por Dios (eso es el Juicio). Si Dios la Acepta,
el don deviene trascendental (o si prefieren ustedes : Don-don).
Los cuatro
trascendentales, para ser cabales, esperan la aceptación de Dios.
La dimensión del crecimiento, a nivel esencial (es decir, la disposición esencial del hombre, nuestra vida donada) se distingue de la dimensión del crecimiento, a nivel del acto de ser personal (la iniciativa divina que cuenta con nuestro don).
Porque el cuarto trascendental, el más alto, es una tríada amorosa: Aceptar-dar-don. (Dios que Acepta, la persona que da y el don de su vida).
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