Quiere decir que la
inteligencia es de "cada uno", de cada persona.
Aunque una oveja bale, su balar
está al servicio de la especie, del rebaño. No va más allá. La oveja está
finalizada por su especie bovina.
La persona humana, sin
embargo, es libre, y se manifiesta gracias a la inteligencia y a la voluntad.
Cada uno tiene su personalidad, que trasciende la especie.
Polo lo expresa diciendo que
el ser humano no está finalizado por la especie, su fin no es la especie. Su
inspiración es el amor personal. La libre aceptación y donación de su ser.
Somos familia. El panal produce
miel. La familia es distinta de un panal, pues como somos libres, no se sabe lo que de
ella saldrá. Somos aventureros. No estamos finalizados.
La humanización, la cultura,
está abierta. Su crecimiento es irrestricto e imprevisible.
Podemos, ciertamente,
caracterizar la especie humana, diciendo que somos animales racionales. Pero
Aristóteles ya vió que la inteligencia no es sólo un factor especificante, sino
un factor más decisivo pues exige un quién que decida lo que hacer con su don:
el hombre "tiene" razón. Es poseedor. Tener razón no es solamente una
"característica", sino indicativo de ser persona (poseedora y
dadora).
La inteligencia nos lanza más
allá de la especie biológica pues reside en cada uno y cada uno es un quién,
persona, libertad.
El hombre, y la mujer, son
seres superiores a su especie.
De esto
habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas
clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 58
Para
saber más:
6.2.1
inteligencia;
6.1.0
especies y tipos;
9.1.0
evolución;
9.2.1
humanización
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