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Porque cada una dona a su manera.
Pero, atención, las Personas no son “modos” del dar.
Las modalizaciones son alternativas, y el dar divino es pleno, sin reservarse nada, sin variaciones ni variedades. Eterno.
El Padre es la iniciativa del dar sin reservas.
El Hijo la aceptación del dar sin reservas.
El Espíritu Santo el don sin reservas.
Como cada una da “sin reservas” son un solo dar en plenitud.
El Padre está en el Hijo, y el Hijo está en el Padre, porque nada se reservan.
El Espíritu está en el Padre y en el Hijo al ser
el exceso y la sobra de la entrega sin reserva entre ellos. El dar siempre supremamente más.
Ese Don, entrega sin reservas de Dios, es Don que da,
y lo que da es su no reservarse, es decir, la santidad.
Es Espíritu santificador.
Ser santo es ser nadie.
Un dar puro.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.66.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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