¿Sigue el obrar al ser personal?

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Se dice que el obrar sigue al ser (operari sequitur esse).

Esto es sencillamente cierto cuando se trata del ser natural del universo físico o ser primero.

Las obras, las formas, aparecen en el caleidoscopio que es la naturaleza, constreñidas por las condiciones iniciales del ser del universo.

Un peral lo más que puede dar son peras.

La sustancia es así sujeto y agente de las acciones que ejerce. No te acerques al perro que te puede morder.


La mujer y el hombre, las personas humanas somos también seres intraterrestres, sujetos y supuestos de nuestras acciones. En cuanto seres naturales que somos, respiramos, tosemos, ensuciamos y reímos según nuestro ser.

Pero lo que la filosofía poliana de la distinción destaca es que, además de ser natural, el hombre es un ser personal.

El ser personal humano es "además". No es solo sujeto o sustancia, porque el hombre obra libremente; no obra tal y como es, sino que obra como le da la gana.

Por eso inventa novedades, descubre instrumentos y consigue volar, navegar en internet y hasta soñar despierto.

Las obras no siguen al ser personal. Son amorosamente inventadas por cada quién.



Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 330.2


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¿Qué designa el nombre "ente"?


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El nombre "ente" es participio de presente del verbo ser: "lo que es".

A lo real se le ha llamado ente.

Pero atención, "lo que es" no es lo que "era", ni tampoco lo que "será".

Es cierto que lo primero que la admiración presenta es justamente eso: presencia, presencia mantenida.

Y Parménides utiliza la palabra "ente" para designar el principio fundamental que funda, que asiste en presente.

"Ente" significa lo que es, lo que está siendo, lo esente, la unidad verbal-nominal. Fundar haciendo consistente lo fundado.

En definitiva, Parménides formula la actualidad como "ente".

Parménides es el gran enemigo de Polo: porque el ser no se agota en la actualidad. El ser que fue, también será. El ser, es y será actividad.

Sólo con entes no vamos a ninguna parte.



Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.46.39.4
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¿Es material el conocimiento sensible?

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El conocimiento sensible propio de los animales, teniendo base orgánica, parece más exacto calificarlo de inmaterial.

Es cierto que forma parte de la Naturaleza física, pero no se puede explicar solo materialmente.

El fenómeno físico del color azul del cielo no es lo mismo que "sentir" el color azul.

La sensación del azul es inmaterial.

Sólo los seres dotados de "sensibilidad" en su naturaleza, es decir, de potencia de "sentir".

¿Cómo formular esa "potencia de sentir el azul o el rojo, que no es espiritual, sino inmaterial?
Llamémosla "sobrante formal".

En el universo físico, del mismo modo que existe el movimiento (que no es material, sino una de las propiedades de la materia), existen también, en ciertos seres que llamamos animales, facultades con sobrantes formales que se actualizan en ciertas condiciones.

En la facultad de la vista, por ejemplo, los conos y bastones del ojo, con las neuronas correspondientes, forman parte de la base orgánica que permitirá ver, pero no es el cerebro el que "siente" el rojo, sino el toro, que posee en su forma cerebral un "sobrante formal", inmaterial, que se actualiza cuando las modificaciones materiales de la zona cerebral correspondiente son activadas.

El conocimiento sensible, exige ciertamente una base orgánica, pero en tanto que "conocimiento" es inmaterial.
Los colores no se pasean en el cosmos.

¿Qué es el espíritu?

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Hegel, en su Fenomenología del espíritu, nos hizo ver que el espíritu consiste en "saberse".

Estudiamos la sabiduría del espíritu, el hábito de sabiduría, en la etiqueta 2.14.0

Se entiende por espíritu lo contrapuesto a la materia. Así se denominan espíritus los seres que no tienen cuerpo.

Los hebreos entienden el espíritu con la imagen del viento que ayuda a las cosechas.
Algo invisible, secreto, creador. 
ruah, es el espíritu que da la vida, el aliento de Dios que hace vivir.

Siempre llevará consigo la idea de iniciativa invisible, misteriosa, íntima.

Espíritu en antropología es "ser persona".

El Espíritu de Dios es su intimidad, su Misterio, su iniciativa secreta. Persona y Personas.


También se clarifica la noción de "espíritu en el tiempo", expresión poliana para designar a la persona humana, pensando en la actividad libre del ser creado.
Actividad por tanto incluida atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud.

Actividad que no depende de la materia. Depende "libremente" de su Origen.

Es una actividad que da frutos nuevos pues se añade, libremente, al moverse en el ámbito de la máxima amplitud, que es Dios.

El espíritu en el tiempo que es el hombre, puede aprovechar las oportunidades que le ofrece la vida, para hablar con Dios.

Persona es, pues, sinónimo de espíritu.




Para saber más:
Sobre el espíritu: Etiqueta 1.0.5

Sobre la persona: Etiqueta 1.0.4
Sobre la Intimidad: Etiqueta 5.11.0











¿Abordan de manera distinta, Hegel y Aristóteles la noción de “espíritu”?


La postura hegeliana es que el espíritu no sólo se conoce, sino que consiste en conocerse a sí mismo. (Fenomenología del espíritu y la Ciencia de la lógica).

Aristóteles tiene una posición distinta. Piensa que el saber humano es siempre de otra cosa.
Conocerse a sí mismo es cosa divina.
Aristóteles desconocía la noción de persona.

Hegel se acerca más a la verdad del espíritu, pues realmente nos conocemos.

El problema es que cuando el espíritu de Hegel se conoce a sí mismo se detiene. Llegó a conocerse absolutamente, y ya está.

Nosotros sabemos que Dios no se detiene.
Y el espíritu humano tampoco. Somos “además”.


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.



Rápidamente ¿quién es la persona?

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Persona es el ser abierto a la trascendencia. Por tanto, radicalmente libre.

Libre para destinarse, si quiere. Responsable.
Su verdad le inspira a dar.

La persona (Juan A. Gz) sabe de sí.

Persona, rápidamente, es la relación subsistente originaria o, en el caso de las personas creadas, relaciones, subsistentes en el orden del Origen.

Noten la distinción entre acto personal de ser y el acto de ser del universo físico (denominado "persistencia" por Polo).
El universo físico es la persistencia en el orden del Origen. Depende del Origen en el modo sencillo de la persistencia.

La persona creada es, sin embargo, la relación, subsistente en el orden del Origen, es decir, dependencia del Origen en el modo de relación insistente, intensiva "hacia" el Origen (insistencia, subsistente en el orden del Origen).

La persona rebrota. Sabe más de sí.

La "intensidad" de la insistencia hace referencia a la "esencia", que en Dios se identifica (Esencia divina) con cada una de las personas y en las personas humanas es más o menos intensa según el grado de santidad.

Las Personas en Dios (la Trinidad) son relaciones subsistentes originarias.




Estudiamos la intensidad y la transparencia en la etiqueta 5.4.4

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¿Es la verdad una persona?

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El último apartado de "Quién es el hombre" se titula "el encuentro con la verdad".
Son apenas dos páginas que describen la conmoción que desencadena el acontecimiento del encuentro con la verdad (sin el cual, la vida es anodina).

La última frase del libro es: "la verdad siempre encomienda".

Me pregunto: ¿es la verdad una persona?

Juan García me dice que no todas las verdades son personas, quizá sólo una.

Pienso que, siendo la verdad el desvelamiento del ser, si lo que se desvela es el ser personal, la verdad es persona en tanto que canta para los demás y nos invita a danzar (ése es el encargo).

Si lo que se desvela es el cesto de Caperucita, entonces la verdad no es persona.


El desvelamiento de mi ser personal es el encuentro con mi "réplica", la persona que soy en Dios.
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¿Cómo se distingue lo humano de lo intracósmico?

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Las naturalezas estrictamente intracósmicas (plantas y animales) están sujetas al orden del universo físico. Se despliegan según ese orden.

La naturaleza humana, sin embargo, es solamente hasta cierto punto intracósmica (ciertamente somos también materia y la causa material nos retrasa), pero al estar esencializada (pues es manifestación de una persona humana) la naturaleza humana es, de entrada, extracósmica, pues aunque el orden del universo físico le afecta (nos produce jaquecas y reumatismos) está regida por las disposiciones de la persona.

La naturaleza humana está tipificada desde su inicio, tiene unos rasgos únicos, personales. Es el cuerpo de  una persona concreta, y no sólo un cuerpo con rasgos genéticos de la especie.

También naturalmente, es decir, de entrada, antes de que se "manifieste" la vida espiritual, lo humano es distinto de lo intracósmico, porque la naturaleza humana es típica.

La naturaleza del elefante no es típica, pues no es un don otorgado a "una" persona, sino, sencillamente, un número de su especie.

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¿Qué es el dar trascendental y qué es el dar puro?

 

El dar trascendental (divino o humano) es el ser personal en tanto que iniciativa de la persona para ofrecer dones a otra persona.

 

El Dar trascendental divino es el dar “puro”. No es otra cosa que el Dar de Dios.

 

El dar trascendental “humano” es una de las dimensiones de la tríada amorosa del cuarto trascendental personal descrito por Polo. Concretamente es la iniciativa de la persona humana tras ser creada por Dios. No es un dar puro pues es un dar con reservas, pues siempre podrá dar más.

 

Sin embargo, es un dar sin perder.

 

“Pierde” la ocasión de dar bienes mejores, ya que da solamente lo que alcanza y quiere. Pero no pierde, pues podrá seguir dando.

Presentación de Ignacio Falgueras





. Lo más rápido es que vayan ustedes a la web personal : http://webpersonal.uma.es/~JIFALGUERAS/ 

Allí encontrarán un BREVE CURRICULUM VITAE: Nacido en Málaga (España) en 1940. 
1959-64: estudios de Teología (con especial atención al pensamiento de s. Agustín, bajo la dirección del P. Agostino Trapé) en el Institutum Patristicum Augustinianum de Roma, obteniendo el grado de Bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense (1963), y el de licenciado en Teología, Magna cum laude, por la Universidad Pontificia de Salamanca (1964). 
1966-1969: estudios de filosofía en las Universidades de Granada y Navarra, obteniendo el grado de licenciado (1971) junto con el premio fin de carrera de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. 

1969-1978: actividad docente, primero como profesor ayudante (69-71), después como profesor contratado (71-74), y -tras defender la tesis doctoral con la calificación de sobresaliente cum laude en 1974- profesor adjunto en la Universidad de Navarra. 

1977: ingreso por concurso-oposición en el Cuerpo Nacional de Profesores Adjuntos de Universidad, tomando posesión (1978) de la plaza de Historia de la Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga. 
En 1979: obtención de la plaza de Profesor Agregado de Historia de la Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga mediante concurso-oposición nacional. 

En 1979: obtención de una beca de la Fundación Alexander von Humboldt para investigar sobre la doctrina de las potencias en Schelling en la Ludwig Maximilian Universität de München, donde trabajó con el Prof. Dr. Hermann Krings durante los años 1980 y 1981; y durante el verano de 1984 en la Universidad de Münster. 

En 1982: nombramiento, por concurso de méritos nacional, de Catedrático de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga. 

Entre 1978 y 1983 director del Departamento de Filosofía en la misma Facultad y Universidad. Fue fundador de la Sociedad Andaluza de Filosofía y de la Revista Thémata. 

Es profesor visitante de la Universidad Católica de Valparaíso (Chile). En la actualidad dirige el Grupo de Investigación sobre el Idealismo Alemán, que él mismo fundó en la Universidad de Málaga (1984), y fue consolidado oficialmente (1989) en el Plan Andaluz de Investigación (HUM 172). Ha organizado y participado en numerosos congresos nacionales e internacionales. 

 PUBLICACIONES: Aparte de los apuntes de clase de Introducción a la Filosofía, Historia de la Filosofía Moderna y Teología racional, así como de gran número de libros en colaboración y de artículos, sus principales publicaciones son: 

La "res cogitans" en Espinosa, Eunsa, Pamplona, 1976; 
Los comienzos filosóficos de Schelling (Ed.), Universidad de Málaga, Málaga, 1988; 

Esbozo de una filosofía trascendental (I), Cuadernos de Anuario Filosófico, Universidad de Navarra, Pamplona, 1996; 

Crisis y renovación de la metafísica, Universidad de Málaga, Málaga, 1997; 

Hombre y destino, Eunsa, Pamplona, 1998; 

Perplejidad y filosofía trascendental en Kant, Cuadernos de Anuario Filosófico, Universidad de Navarra, Pamplona, 1999; 

El abandono final. Una meditación teológica sobre la muerte cristiana, Universidad de Málaga, Málaga, 1999. 


 PROPUESTA FILOSÓFICA: No es mi filosofía tanto una propuesta doctrinal, cuanto la propuesta de una tarea: la del autotrascendimiento

Autotrascenderse es ejercer la actividad trascendedora de nuestra inteligencia incluso por encima de nuestro propio inteligir. Esta propuesta se inscribe dentro del método del abandono del límite mental propuesto por mi maestro Leonardo Polo, pero formulándolo dentro de la tradición filosófica agustiniana y prolongando dicho abandono hasta un trascendimiento del propio entender humano tal que nos abra el orden de los trascendentales. El núcleo de mi aportación es el descubrimiento del dar como actividad trascendental que al comunicarse ni se pierde ni hace perder nada. 
 Según esto, autotrascenderse no es perderse ni quedarse atrás, sino darse trascendentalmente, dejando traslucir el propio ser y entender desde más allá de ellos. El rendimiento propio del autotrascendimiento como dar(se) es la interna conveniencia de sus hallazgos entre sí y con la realidad, es decir: la congruencia, que es el signo y requisito más alto de la verdad, muy por encima de la mera no contradicción, o mera pensabilidad. 
 Precisamente por razón de congruencia hablo de propuesta y no de doctrina filosófica, porque el autotrascendimiento y el dar son ejercicios de la libertad. 

En primer lugar, no se trata tanto de convencer o demostrar, cuanto de buscar la verdad y proponer los resultados hallados a la libertad de los que buscan filosófica o puramente la verdad. 

Además, la propuesta es una forma de donación que no rechaza otras propuestas, por lo que permite adscribirse a una tradición, más aún, entiende la filosofía como una tradición dentro de la cual se enrola para hacer congruente los legados precedentes y para servir a futuros desarrollos mejores que los propios. No implica eso que considere mis averiguaciones como falsas o perecederas, sino como mejora de otras precedentes y como ilimitadamente mejorables por futuros filósofos. Según los datos precedentes, mi propuesta filosófica puede ser descrita como una filosofía trascendental, en atención a su método, como una filosofía del dar, en atención a su descubrimiento, o como una filosofía de la congruencia, en atención a los resultados de su método. .

¿Qué es el autotrascendimiento?

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Frente a la visión pagana del hombre que lo presenta como alguien que busca autorealizarse, es decir, frente a la “pretensión de sí”, Polo habla de autotranscendencia.

 En lugar de autorealizarnos, nos autotranscendemos, es decir, dependemos libremente de Dios.

 A algunos no les gusta el auto- ; pero si se explica bien, me parece que se puede entender como “respuesta” del hombre a Dios.

En lugar de autorealización, autotranscendimiento.

 

Me he decidido a utilizar el término “autotrascendimiento” (sin n) porque es así como Ignacio Falgueras lo llama atendiendo sobre todo a la luz, el autotrascendimiento en transparencia, el siempre poder entender más o futuro inagotable.

 Polo en su libro póstumo p.71, 2 también utiliza autotrascendimiento sin n.

 

Intentaré explicar la distinción entre ambos.

 Llamo autotrascendencia  a la respuesta de la persona humana a Dios, que va más allá de su trascendencia para alcanzar la transcendencia (la trascendencia es lo radical en la persona humana, es decir, los trascendentales personales).

La autotrascendencia es la respuesta a la llamada inicial.

No autorealizarse sino autotrascenderse hacia Dios.

 

¿Y qué es la autotranscendencia?

Me atrevo a decir que es el autotrascendimiento eterno.

 

Para entenderlo tenemos que aceptar la propuesta de Salvador Piá sobre las aperturas transcendentales.

 

La apertura transcendente de la persona humana hacia Dios, estrictamente considerada, según Piá, equivale al modo en que inicialmente es transcendida la intimidad personal humana por Dios : esta apertura también recibe el nombre de auto-transcendimiento de la intimidad personal o llamada inicial.

Las aperturas transcendentales no son lo mismo que las trascendentales.

Lo trascendental en la persona humana es lo radical. (Es decir, repito), los trascendentales personales.

Lo transcendental es más allá de lo radical.


(Cabe también llamar a lo transcendental, trascendente y entonces diremos aperturas trascendentes).Ustedes ya me entienden.

 

Las aperturas transcendentales son llamadas de Dios que nos comunica, en el tiempo humano, su vida íntima.

No son la gracia santificante, pues la santificante nos comunica su vida eterna, lo que seremos en el Cielo, como una anticipación.

 

Inspirándome en Juan A. García que dice que la persona es el ser que sabe de sí, yo diría que el autotrascendimiento es un saber más de sí.

 

Y el autotranscendimiento eterno, o vida eterna, es la aceptación de nuestra glorificación.

La fe sobrenatural ¿es ciega?

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No.
La fe es luz.
La fe es un acto "intelectual".  Luminoso.

Para entender que la fe no es un capricho o una arbitrariedad, intentemos primero definir qué es la fe "humana":

La fe es asentimiento con certeza, pero sin evidencia, "basado" en el testimonio y la autoridad de otro.
En la fe el asentimiento de la razón está motivado por la voluntad, pues la inteligencia no dispone de la evidencia. Sin embargo, es un asentimiento "cierto",


no una mera opinión, y sin lugar a dudas.
Y lo es no porque la voluntad actúe ciegamente sino porque se fía de alguien: la certeza de la fe depende de una luz: el valor del testimonio y de la autoridad de la persona a la que creemos.

Es importante darse cuenta de que en cualquier juicio hay dos actos de la razón.
Un acto por el que se aprehende la verdad sobre algo.
Y otro acto por el que la razón asiente a aquello que aprehende.
Este segundo acto no es "voluntario", sino que es la misma razón la que asiente ante la evidencia de lo aprehendido. Es luz.

Sin embargo, cuando no hay evidencia en lo aprehendido, la voluntad puede mover a la razón, no espontáneamente, sino porque la voluntad "ve" la credibilidad de un testigo: - sé que me quieres.

El acto de fe es, pues, un acto del entendimiento, no de la voluntad. Pero el asentimiento de la razón lo hacemos movidos por la voluntad, pues hay motivos de credibilidad.
La fe debe ser siempre razonable, tanto en su principio (credibilidad del testigo), como en su contenido.
Sólo la fe "ciega" es irracional.
La fe, aunque tiene algo de oscuridad, es en sí misma luz, claridad, conocimiento.


Y ahora abordemos la fe sobrenatural.
La fe sobrenatural es distinta de la fe humana por dos motivos principales:
a) Algunas verdades reveladas nunca podrían ser alcanzadas por la sola razón. No son irracionales, sino superiores a la capacidad natural del hombre, pues se refieren a la vida íntima de Dios.
b) Son verdades teórico-prácticas que exigen una conducta para conseguir la felicidad eterna o salvación.
Por eso no basta, para el asentimiento de la fe sobrenatural, el imperio de la voluntad. Hace falta la ayuda de la gracia sobrenatural.
Una ayuda especial por parte de Dios que mueva a la voluntad.

Noten ustedes que lo que mueve a la voluntad es siempre una luz (no hay ceguera).
En este caso la luz que la moverá puede resumirse en que Jesucristo es digno de crédito. La luz es Jesús.
La voluntad puede no seguir esa Luz. Es libre.
No es que sea ciega. Es que prefiere seguir otras luces.

Ideas sacadas de Rafael Corazón. Filosofía del conocimiento. 203

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¿Qué es la fe sobrenatural?

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La fe es el hábito infuso y el acto donal que el hombre ejerce respecto de la Sabiduría divina.

La llamamos sobrenatural cuando se trata de la Sabiduría divina Revelada, como don "añadido".

Y la llamamos intelectual (o filosófica) cuando se ejerce respecto de la Sabiduría divina como don natural, siendo la culminación de la intelección.

Los hábitos infusos pueden ser naturales o sobrenaturales, según se refieran a Dios conocido naturalmente o a Dios en cuanto que se Revela.

Noten ustedes que el acto de fe es dual.
De una parte el miembro superior de la dualidad es un don, un hábito, una llamada de Dios.

Y por otra parte, el miembro inferior es el acto dual humano de aceptación de la sabiduría divina (natural o sobrenatural), que es elevado, es decir, se va actualizando por el miembro superior de la dualidad (el don habitual) que tira para arriba, abriéndose a Dios.




Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2, p. 69.2 Itinerario de la razón hacia la fe

Para saber más ir a las etiquetas:
5.13.3 fe
5.13.3 misterio

12.8.1 fe sobrenatural
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¿Es el "esse" causa eficiente de la esencia?

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No.
Francisco Molina, intervino en julio del 2010 en el blog de Juan A. García, hablando de la distinción real, y empleó unas fórmulas que me parecen excelentes:

"Es claro que la esencia tiene prioridad en el ejercicio del existir: sólo a través de ella puede el ser hacerlo".

"No hablaría de eficiencia del ser sobre la esencia, aunque sea solamente como manera de decir: el ser es... según las posibilidades de su esencia. Pero no hay eficiencia".

"Por tanto, la esencia logra ser por la prioridad existencial del ser, que al existir ha de encauzarse a través de ella". 

Acto de ser y esencia son, pues, co-principios.


Polo, al abandonar el límite mental (al abandonar la "actualidad"), e ir más allá de la actualidad, entiende con más realismo la prioridad del ser sobre la esencia, y no en términos de eficiencia, como si el ser fuera un acto emergente, con una virtualidad o fecundidad "limitada" por la esencia.

Juan A. González ha llamado la atención sobre este punto.
La prioridad del ser, según Polo, es de otro orden, semejante a la finalidad.

Incluso llega a decir que el ser es finalidad pura, es decir, sin la composición que caracteriza a la finalidad física.

Polo concede así una cierta prioridad o antecedencia a la esencia, compatible con la prioridad del esse.

La esencia se activa yendo hacia adelante, hacia la posteridad.

La posteridad inagotable es el ser. El ser no es limitado.
Al contrario, la esencia se despliega o crece, según su ejercicio, que mira al futuro.
Se entiende así que acto de ser y esencia sean realmente distintos.

Y que la esencia sea "desde" el acto de ser.

El planteamiento poliano mantiene la distinción real clásica entre esse y essentia, pero al considerar la Identidad divina, en la que Esse y Essentia tienen la misma importancia, equilibra la distinción: el esse no es causa de la essentia, si no es al modo de finalidad, pero finalidad "pura".

Fíjense que sucede algo semejante al problema entre gracia y libertad. ¿Está el hombre predestinado o su destino depende de su voluntad?
Las dos cosas.
El destino se abre con la fuerza de nuestras pisadas.

Y en el caso del universo físico, es decir, del ser que no es libertad, la essentia es un despliegue de las cuatro causas según la "persistencia" de su esse.

En Dios Esse y Essentia se identifican, se compenetran de tal modo que no se pueden formular separadamente.

En las criaturas, sin embargo se distinguen realmente.

En la criatura física (universo material), la essentia marca un "antes" que retrasa el despliegue del esse.

En la criatura espiritual, la essentia crece libremente hacia su destino.

El esse, la persona que será, es futuro indesfuturizable, abierto desde Dios.

En definitiva, le acto personal de ser tiene un sentido transversal que, siguiendo la originalidad del método poliano, no es otra cosa que su esencia.
La esencia procede del acto de ser.
El abandono del límite mental alcanza el ser personal, pero como es "además", vuelve hacia el límite. En ese volver se manifiesta la esencia personal.




Si quieren ustedes leer una síntesis de la distinción real esencia – acto de ser, vayan al principio de este blog, a la página (en rojo) ""Esencia – Ser. Su distinción"


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¿Sociedad ética o sociedad libre?

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Silvia Carolina propone publicar otra genialidad de Polo: la imbricación de libertad y ética en la sociedad que crece hacia la felicidad.

"Es justificado decir que como la ética es bastante complicada, la consistencia de la sociedad civil es también un asunto complicado.

No se resuelve poniendo en una constitución "todos somos buenos y benéficos".
Aquí no se puede dar nada por supuesto.

Al contrario, ser ético significa en definitiva ser dueño de los propios actos. Si el hombre no fuera dueño de los propios actos, no podría ser ético. Ser ético implica la libertad.

Si para hacer una buena sociedad elimináramos la libertad, habríamos cometido la mayor insensatez que puede cometerse.

Es preferible que haya libertad, aunque la gente no sea ética, a tratar de implantar la ética a costa de la libertad; eso es un despropósito.

Mientras tengamos libertad, a la gente se le puede enseñar a ser ética, y la gente se puede decidir a serlo; también se puede decidir a ser sinvergüenzas, cosa que si hubiera menos libertad sería más difícil. 

Esto es obvio.

Si al que vende droga se le pegaran dos tiros, nadie vendería droga. Pero ¿qué es mejor? Ya estamos ante un criterio ético.

Si la consistencia de una sociedad es precisamente la ética, no se puede atentar contra la libertad, y hay que correr, por así decir, el riesgo de la libertad.

No hay que dejarse engañar; la ética vale en tanto que el hombre es libre, en cuanto que puede aumentar la libertad.

Ser ético es ser más libre. Intentar resolver la cuestión eliminando la libertad es un despropósito.

Por eso la tesis de que la ética no garantiza el triunfo es una tesis optimista, porque si estuviera asegurado el triunfo, la ética no tendría que ver con la libertad y entonces el hombre sería de una manera totalmente distinta.

Sería un ser económico de una manera necesaria; estaría sometido a la economía. Pero en realidad el hombre está sometido a la economía desde su propia libertad, que le dice si pone una alternativa o no la pone."


Así habla Polo en Quién es el hombre, p. 54-55.


Para saber más :
etiqueta 15.0.0 Polo genial;
etiqueta 7.6.0 sociedad;

etiqueta  9.0.0 ética.
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