¿Cómo encara la filosofía el tema de los principios?

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La filosofía es el conocimiento de principios por principios.

Los primeros principios reales son :
- el principio de Identidad (Dios);
- el principio de causalidad trascendental;
- el principio de no-contradicción (la creatura).
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¿Es el filósofo un enamorado?

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Se es filósofo como amante y servidor de la verdad.

A partir de la admiración la filosofía pone en marcha un número creciente de dimensiones humanas, que sin el filosofar quedarían inéditas. ¡Crecemos por dentro!

La filosofía es descubridora de las dimensiones más profundas del ser humano.

En las naves griegas se esculpía: "vivir no es necesario, navegar sí".

No es el filósofo un espectador, como quien asiste a la maravilla de una verdad que se desvela desde la admiración.
El filósofo está enteramente comprometido con la verdad, convocado por ella.
"Filosofar es necesario, no sé vivir sin filosofar".

El que ha empezado la indagación no puede dejarla. Lo cual sugiere un más alto vivir.

Si se progresa en la formulación del ser, también se profundiza en el ser humano. Belleza que convoca, amor.








Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.41.2
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¿Es la filosofía un poema?

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Lo que permanece a pesar del tiempo es dicho por los poetas (Hölderlin).

La filosofía de Parménides está escrita en un poema.

Filosofar es para Platón engendrar en lo bello.

Se trata de inventar la canción del ser, que es el acto con el cual yo saco a la luz el ser, recreándolo como verdadero y como bueno.

El que contempla, admirando, descubre el bien y es atraído por la belleza.

El verdadero amante trata de encontrar la expresión exacta, el símbolo esencial que supera la mímesis, no es sólo imitar.
El amor se anda con contemplaciones.

Y la contemplación cuaja en un largo poema.






Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.44
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¿Cómo se equilibra la filosofía?

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La filosofía se desequilibra cuando es unilateral.

Me explico. La filosofía es unilateral cuando se acentúa un aspecto y se olvidan los demás.
Por ejemplo, el materialismo o el idealismo.

El materialismo se podría formular someramente con la tesis de Parménides de que ser y pensar son lo mismo.
El resultado es una cosa mostrenca: el ente uno.
El materialismo es una filosofía descompensada.

Para el idealismo, igualmente, sólo existe la mente. Berkeley dice "ser es ser percibido". La realidad es absorbida por la idea.

La filosofía no es una fuga, un éxtasis, un lanzarse hacia fuera olvidándose de las radicalidades humanas.

La filosofía "madura", compensada, tiene en cuenta la correspondencia entre los temas que se desvelan ante nosotros y en el interior del ser humano.

El ser humano sale a la luz en la propia actividad filosófica. La filosofía es así antropología.

Jesús Arellano es un filósofo español que trató con detenimiento esa correspondencia.







Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.41.2
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¿Debe el filósofo hacer balance?

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Todo filósofo necesita hacer un balance para incorporar la herencia de la filosofía anterior.

Incluso el enano, al subirse a los hombros de un gigante, conseguirá ver más lejos.

A veces, si el balance se hace de manera erudita, resulta un pensamiento acartonado.

Heidegger dice que entonces es una tradición rígida.

Heidegger se propuso romper esa rigidez, aportando su contribución a la filosofía. Lástima que en él siempre se va de lo claro a lo oscuro, y nunca al revés.

La filosofía es vida para el hombre. Querer ser original es marchitarse. La vida se vive por dentro, pero unidos a la savia de la historia, subidos en nuestra situación.

Cada uno debe incrementarse. El balance no es contabilidad, sino meterse en un río.






Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.64
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¿Es la originalidad un valor filosófico?

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No. La originalidad no es un valor filosófico.
El valor de la filosofía es su profundidad.

La filosofía insiste o profundiza en los mismos asuntos.

La filosofía se continúa, avanza, profundizando, insistiendo.

Polo es original, a su pesar. No pretende serlo. Siempre le gusta encontrar precedentes. Se considera un continuador.

Al fin y al cabo eso es lo que somos todos: jugadores. Jugamos el juego al que hemos sido invitados.







Inspirado al leer la esencia del hombre. p.32. Se trata de unas notas sacadas de la conferencia dictada por Polo el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Es un plagio repetir las ideas de otros?

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No.

Si alguien "entiende" una noción, esa noción es suya.

Tomás de Aquino, a veces, toma literalmente pasajes de Alberto Magno. Los autores medievales no tenían ningún problema de plagio. Eso se queda para el precio de los libros. Las ideas son de todos.

Y además, cuanto más de todos sean, mejor.

Las ideas no son como trozos de un pastel.

El saber no sufre menoscabo por compartirse. Las ideas, cuanta más gente las piense, más ricas son.

Y no se pierde nada, sino al revés.






Inspirado al leer la esencia de la persona humana. p.32.2  Se trata de unas notas sacadas de la conferencia dictada por Polo el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Qué es lo real?

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La palabra real y la palabra realidad vienen del latín res, "cosa".

"Cosa", para los medievales, es un trascendental que equivale a ente. Todo lo que existe, todo lo real, es "cosa".
(No explicamos aquí por qué Polo descarta "cosa" de la lista de los trascendentales. Lo que nos interesa ahora es solamente indicar el sentido que damos a la palabra “realidad” o “real”).

Lo real es lo que es, pero con un matiz importante: todo lo que es fuera de "mi" mente. Aunque yo no lo piense.

Cuando decimos "real" queremos decir que una cosa "es" fuera de "mi" mente. Es, aunque yo no la piense.
No es real un ente de razón, como la "nada". Porque la "nada" solamente existe en la mente.

No es real tampoco el objeto intencional.

Real, sin embargo, es el acto de conocer que se coactualiza con el objeto intencional (éste sí que es irreal) poseyendo así, intencionalmente, la semejanza de las cosas.

Aristóteles (etiqueta 20.4.3) distinguió dos sentidos de lo real: pues no es lo mismo la realidad de una montaña que la realidad del “acto de conocer” (etiqueta 2.0.1).

La sustancia, por ejemplo, una montaña, es un ser en sí, una realidad en sí. Su ser es "sencillo", fuera de mi mente.

Mi "conocimiento" de la montaña también es real, pero su ser no es como el ser de la montaña. "Realea" (Falgueras) de modo distinto.

El ser del "conocer" es una apertura que acoge otro acto en su interior. Es acto de acto. Es un hacerse otro. O, a nivel trascendental, convertirse en otro (ser hacia otro).


La filosofía posterior ha ido perfilando los distintos sentidos de lo real, por ejemplo, la realidad del universo o acto de ser del universo no es lo mismo que la realidad del ser personal.

Entonces :

Dios es real,
las personas son reales,
el conocer es real,
el mundo es real.

Pero son reales de distintos modos. El ser se dice de muchas maneras.

Irreal es sólo el objeto del pensamiento, que es intencionalidad pura y los entes solo de razón, como la "nada".

El acto de conocer, acabamos de decirlo, es real, en un sentido de la realidad distinto del sentido que tiene la realidad física.

Por ejemplo, si usted está pensando, está actuando fuera de mi mente, pero es un estar fuera de mi mente distinto al modo de estar una montaña.
Y si usted está mirando un paisaje, los colores que está sintiendo son reales de modo distinto a como es real la luz física.

Para pensar, el entendimiento, que es real, pero no como una montaña,  forma el objeto, que no es real. (El objeto, siendo irreal, remite a la realidad extramental. Es lo que se llama "intencionalidad" del objeto).
El objeto, lo pensado, no es una realidad en sí, es “en” el acto de pensar.
Ése tener un "en", una interioridad distingue la realidad del entendimiento de la realidad de una montaña.

El acto de pensar es acto que no es sencillo, es un acto abierto, que posee intencionalmente.

En sí, el objeto es irreal, su ser es solamente remitir a la realidad extramental, que si es, por ejemplo, una montaña, será una realidad sencilla, distinta de la realidad del acto de conocer.





Para saber más sobre la intencionalidad ir a etiqueta 2.2.0
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¿Un espíritu, es una cosa?

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No. Un espíritu no es una "cosa".

Una "cosa" es real según la sencillez del acto de ser del universo físico. (Aunque la esencia del universo físico sea tan complicada como propugna la física cuántica). Pero, a fin de cuentas, las cosas son como son.

Sin embargo, un espíritu es real de modo distinto.
Su acto de ser no es sencillo. Su acto de ser se convierte con su acto de conocer y, libremente, con su acto de amar. Está abierto por dentro.

La sustancia material (una "cosa") no ejerce jamás el conocimiento.
Si los animales pueden conocer sensiblemente es porque poseen facultades inmateriales (en soporte material). La materia no piensa ni siente.

La cosa no tiene nada que ver con el conocer.
El conocer es inmaterial, también en los animales.

Una cosa no es un acto de conocer, salvo que su ser sea un acto de conocer (al convertirse el uno en el otro), como es el caso de la persona; pero entonces ya no es una "cosa".


En los espíritus, en las personas,  el conocer se convierte con el ser, pero siendo siempre distintos.
El actus essendi (ser) y el actus cognoscendi (conocer) son distintos, aunque Dios los confiera a la criatura en estricta propiedad privada, en su raíz.


De ahí que los filósofos que parten de la idea de "sujeto", sin distinguir entre el acto de ser personal y el inteligir, tengan tantas dificultades para comprender lo que es el conocimiento. La unidad que piensan es prematura e ignora la distinción.






De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 61.3
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¿Es la sustancia la realidad por antonomasia?

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No, la realidad por antonomasia no es la sustancia sino el acto.
Por una inveterada manía, que preside en gran parte una orientación filosófica correcta, que es el realismo, se suele tender a considerar que la realidad por antonomasia es la sustancia; es lo que se llama realismo “sustancialista”.
Esto viene de Aristóteles que divide las categorías en sustancia y accidentes.
Si se entiende que la sustancia es la realidad por antonomasia se concluye que la plenitud de la noción de acto corresponde a la entelécheia. Ser real como una montaña es real, como un monolito.
Sustancia es entonces el sentido del acto más importante. Y el pensamiento sería un accidente, importante, pero accidente.
El conocimiento en acto, el acto de conocer, se considera secundario, como si fuera  un accidente de la montaña, como si fuera un volcán. Se le presta menor atención, y al fin y al cabo sería un asunto marginal a la filosofía primera.

El ser personal no es estrictamente sustancia. Podemos pensarlo o “suponerlo” como sustancia. Es correcto. Pero el ser personal es otro sentido del ser.
La persona, más que sustancia es subsistente espiritual, y por lo tanto abierto por dentro.

No es lo mismo ser una montaña que “conocer” una montaña.
“Conocer” es ser comunicando, incorporando otras realidades.
Estamos abiertos por dentro y por fuera.

La imagen del volcán (que es sólo una imagen) nos sirve como eso, como imagen. Somos energía, enérgeia, pero no energía física sino “espiritual”. La persona puede dar más, puede darse, ser comunión.

Puedo poner todas mis “energías” al servicio de Dios. Y de los leprosos.







Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.71.2
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¿Es jerárquica la realidad?

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Sí. La realidad es jerárquica.

El ser, en su más alto nivel es el Acto puro, Dios. Identidad.

Las personas (ángeles y hombres) somos de un nivel ontológico inferior. Aunque somos capaces de Dios (somos relaciones subsistentes en el orden del Origen). Somos inidénticos.

El ser del universo es un ser sencillo, no tiene vida íntima, como las personas. De ahí que una planta o un animal sean de un nivel ontológico inferior.

Hay pues jerarquía ontológica. Dios, – persona creada –, ser del universo.

Los niveles de la realidad no forman un "todo". No se tocan. No son las teselas de un mosaico.
Es impropio decir Dios y la criatura.




De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 73

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¿Qué es el amor?

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Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.

Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del otro.

Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su "querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".

Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").

Así, cuando digo, me gusta el chocolate, revelo que "a mí" me gusta el chocolate.

Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque "la persona que soy" está constituyendo el acto de mi voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se manifiesta "aportando", desde su querer-yo.

El yo está en nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.

Hay amores más altos, hay una jerarquía del amor.

Se debe llamar propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación: al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a ese amor.

Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre personas.


Feliz día de los enamorados !


Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;
6.9.6 enamoramiento.

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¿Es real la relación de la creatura con Dios?

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Sí. La relación de la creatura con Dios es real.
Los "actos de ser" creados son reales.

Sin  embargo, en Dios, son relaciones de razón.

No se asusten.
Noten que nuestros objetos pensados son irreales. Y bien que jugamos con ellos.

Los actos de ser en Dios se parecen a las ideas en nuestra mente.

Añadiéndonos, no añadimos nada a Dios, pero bien que nos ama.






Para saber más sobre la creación ver etiqueta 1.6.0
Para saber más sobre la relación ver etiqueta 1.5.2

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¿Es real el universal?

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Nada "general" es real.
No hay nada real que sea general.

El problema de los universales se resuelve clásicamente diciendo que son entes de razón con fundamento en la realidad.

La persona no es un universal. La "idea" de persona sí es general (universal), pero esa idea sólo existe "objetivamente", irrealmente, en quien la piensa.

En la realidad existen personas, cada quién es una persona real.

Sin embargo, no es lo mismo la realidad del ser de una persona humana (que es dual, abierta por dentro) que la realidad del ser del universo, que es sencillo y se despliega en infinidad de formas.
Un orangután es, sencillamente, una de esas concretizaciones del ser del universo.

La persona, sin embargo, es extracósmica.




La idea de persona o la idea del universo es irreal, pero con fundamento en la realidad de las personas y en la realidad de los seres físicos. Que pueden ser conocidos gracias a la realidad de nuestros actos de conocimiento (que son también reales). Lo irreal es el objeto.





De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 53.3

Para saber más sobre el universal, ver etiqueta 6.2.1

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¿Es la "sustancia" lo más separado?

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Según Aristóteles lo real, el ente en sentido primario es lo separado, al no estar mezclado con otro. Así entendido, el ente es la sustancia, que es, antes que nada, lo separado.

La característica más neta de la sustancia no es ser en sí, sino no ser en otro. Sustancia significa realidad "separada".

Aristóteles dice también que el intelecto es "separado". De ahí, algunos han deducido que si está separado, el intelecto tiene que ser sustancia, como es el caso de la concepción del "intelecto agente" averroísta.
Si esta separación se entiende de igual modo que la separación sustancial, es una incorrecta interpretación de Aristóteles.

El conocer es lo más separado, pero no a la manera de la sustancia.

La realidad sustancial es otro sentido del acto, y es absolutamente exterior al conocimiento.
Para la ontología la noción de sustancia es muy importante, por eso se incurre fácilmente en la confusión de incluir el conocimiento en el orden sustancial, erigiéndose la categoría sustancia en criterio único.
La sustancia no es más que lo que es, su separación es una autolimitación, en cambio, la separación del conocimiento no es una autolimitación sino apertura.

El intelecto no está separado de la misma manera. El conocer es lo más separado, pero no a la manera de la sustancia.

El conocimiento no es una cosa, no es una caja, no es una jaula.

El meollo del conocimiento es la separación. Método y tema están separados, pero no al modo de la sustancia, sino al modo del conocer.
Método y tema "coinciden", pero no se tocan. La separación aquí es coincidencia inmaculada.

Conocer es posesión de lo conocido sin confusión óntica. La unidad entre acto de conocer y conocido es más íntima que la composición de materia-forma de la sustancia.

Falgueras dirá: conocer es hacerse otro – nótese la dualidad - ("realear" de modo distinto a como "realea" el ser sencillo).

Conocer es, sin dejar de ser quien somos, ser también otro. No es un accidente que se añade como el bronceado de la piel, que nos "cambia" accidentalmente.
Método y tema coinciden sin confundirse.






De esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 52



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¿Qué es estudiar filosofía?

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Estudiar filosofía es intentar conquistar la verdad.

La filosofía es algo así como un triunfo que se ha ido adquiriendo a través de los siglos, rectificando planteamientos insuficientes, encontrando grandes dificultades.

La verdad es esquiva, hay que conquistarla.

Se encuentra y se oculta, se resiste a aparecer, pone sus legítimas condiciones, no es, por decirlo así, una mujer fácil.

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¿Son equivalentes la sustancia, la naturaleza y la esencia?

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No.
A veces se toman indistintamente y son muchos los textos, sobre todo aristotélicos o aristotélico-tomistas, en que no se aprecian muchas diferencias entre ellas.

¿En qué se distinguen según Polo?

Hay sustancias que no son naturalezas.
Son sustancias elementales (Polo las llama también sustancias naturadas). Son lo puramente elemental, lo que hoy son los quarks, los bariones, etc. Son meras sustancias. Puros efectos, pero no causas; "puros" efectos, o sea, que a su vez no causan. Las sustancias naturadas son sustancias carentes de naturaleza, brutas sustancias.

Hay otras sustancias superiores, justamente porque son también principio de operaciones.
Por ejemplo, las sustancias vivas, los vivientes del universo; o sea, un animal como sustancia, o una planta. Las sustancias superiores no se limitan a ser sustancias, sino que además son causas de.
Llamamos naturaleza a esas sustancias: a la sustancia en tanto que principio de operaciones. Seres vivos.

Si las sustancias elementales se caracterizan por su hilemorfismo (causa material + causa formal),  las sustancias superiores se caracterizan por su tricausalidad (causa material + causa formal + causa eficiente intrínseca).

¿Y qué es el esencia? Para responder a esta pregunta debemos avanzar otra distinción: la que existe entre la esencia humana y la esencia física.
La esencia física es el universo como esencia.

La esencia del universo no es otra cosa que la unidad ordenante que aparece con la causa final. El universo como esencia es justamente la totalidad causal. Polo la suele llamar tetracausalidad (material + formal + eficiente + final).

El universo físico es entendido así como una tetracausalidad.
La esencia humana es la manifestación del ser personal de cada hombre. Aunque hace pie en el universo físico, estrictamente es extracósmica.

La esencia del universo o el universo físico como esencia es, por el contrario, la tetracausalidad, la unidad de orden y su cumplimiento necesario. Es el despliegue del acto de ser del universo físico.

Despliegue regido por la unidad de orden, en cuanto que unidad ordenante, unidad como telos, como fin.

Si se entiende bien este orden intracósmico distinguiremos con facilidad por un lado, la esencia humana (manifestación libre), y por otro lado el universo como esencia (despliegue necesario), ya que la persona humana es extracósmica.

Y también distinguiremos la esencia del universo del acto de ser del universo. El acto de ser del universo es el primer principio, o ser primero. Es el ser trascendental que se distingue realmente de las causas predicamentales.









La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.36.2, 37.2 y 38.4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García


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¿Por qué es problemática la noción de sustancia?

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La noción de sustancia oscila a lo largo de la historia de la filosofía.
Se aplica tanto a los elementos básicos del universo como a Dios (se habla, por ejemplo, de la sustancia divina).

Su problematización proviene de que se piensa la realidad al modo griego: el todo es el cosmos. Un cosmos muy ordenado en el que hay sustancias inferiores y sustancias superiores. La sustancia suprema sería el Acto puro, sustancia divina, sustancia inteligente.

Polo acierta cuando nota que Aristóteles oscila a lo largo de su Metafísica. Unas veces habla de la sustancia como puro efecto y otras veces dice que la sustancia no es otra cosa que causa. ¿En qué quedamos?

Polo propone afinar las nociones de sustancia, naturaleza y esencia. Pues no deben significar lo mismo y corremos el riesgo de confusión si las empleamos indistintamente.

Habría que reservar el nombre de sustancia a los efectos puros del universo físico. Es decir a lo que la física actual llama quarks, bariones, etc.

Y debemos llamar naturalezas a las sustancias que son también, no sólo efectos, sino causas, principio de operaciones. Por ejemplo, los seres vivos del cosmos.

La esencia del universo, tal como Aristóteles atisba, no es otra cosa que el orden del universo, la tetracausalidad  que da razón del por qué las sustancias no son sólo efectos, sino también causas, naturalezas. Me explico: es el orden que existe desde siempre en el universo, su esencia, el que determina que unas sustancias sean sólo efectos y otras sustancias sean también causas, naturalezas.

La esencia del universo es, por así decirlo, el universo entero.

Inmediatamente debemos decir que Dios y las personas no pertenecen a ese universo.
Primero Dios. Dios no es efecto. Dios no es sustancia. Y Dios tampoco es propiamente causa.

Debemos reservar la noción de causa para los principios intracósmicos, para las sustancias que son principio de operaciones y para el universo como esencia.

Dios es Origen.

Cuando pensamos a Dios como lo piensan los griegos, lo consideramos como un efecto, como un producto de la inteligencia. Cayendo también en la confusión de pensar el conocimiento como un efecto causado. Pensar no es producir. Dios no es el producto eterno de su actividad.

De modo análogo, no le conviene a la persona humana el nombre de sustancia.
Le conviene en cuanto que al nacer encarnada en un cuerpo es efecto del universo. En ese sentido sí es sustancia. Y es naturaleza como los animales son naturalezas.

Vale pues hablar de naturaleza humana, siempre que no olvidemos que la naturaleza humana es dual: vida recibida de nuestros padres y vida abierta por la persona que somos.

En cuanto que animales, somos intracósmicos, pero en cuanto que nuestra vida es manifestación de la persona, no dependemos del universo, y por tanto no somos efecto, sino novedad libre.

De ahí que sostengamos que es impropio hablar de Dios y de las personas humanas como sustancias.







La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.37.2). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Pueden ustedes ir a las etiquetas 4.1.0 sustancia y 5.0.0 el ser de la persona humana.


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¿Es acto una patata?

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La patata "en sí" es, efectivamente acto.
Pero un sentido del acto distinto del acto de conocer o del acto de ser.

La patata en sí es, para Aristóteles, entelechéia, sustancia.

Es otro sentido de la actualidad que deslumbrará a Aristóteles de tal manera que toda la filosofía realista se sentirá empujada hacia posturas sustancialistas.

Pero eso es otra historia.

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¿Quién destrona a la sustancia en la filosofía trascendental?

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El pensamiento griego es sustancialista.

El universo es considerado como un conjunto de sustancias, y naturalezas, afectadas de distintas maneras por procesos o movimientos entre ellas; excepto el primer motor, que es inmóvil, intelecto separado que se piensa a sí mismo.

El pensamiento medieval asienta que la existencia de cada sustancia le ha sido conferida por Dios.

La filosofía trascendental de Kant se centra en las condiciones de posibilidad de las sustancias. Supone que sólo desde el yo (que es aquí lo trascendente) se accede intelectualmente a ellas. Pero tanto Dios, como el yo, como todo lo que existe siguen siendo sustancias. Siguen reinando.

Heidegger sabe que debe existir algo que decida la suerte del mundo. ¿Es mi libertad la que sentencia qué palabras y qué verbos merecen vivir?

La filosofía trascendental de Polo propone mirar la realidad radicalmente.

Distingue así tres actos de ser:

El ser extramental (el ser del universo físico) es principial, fundamental causal. Ser primero, sencillo.

El ser personal (cada persona) es un ser además, añadido, ser segundo.

El ser originario (Dios) es la identidad: un primer principio del ser extramental, sí; pero también la plenitud del ser personal que, sin perder su identidad, se dona y se replica para nuestra felicidad.

¿Dónde quedan las sustancias? Las pobrecicas se han quedado como elementos del universo físico. Son como los dados de un parchís. Jugamos con ellas.







Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Nota 2, p. 83. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.




¿Está la sustancia separada?

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Aristóteles dice que el intelecto es lo que está totalmente separado.

Esto Tomás de Aquino lo glosa de una manera muy aguda, pues dice que el intelecto agente está tan separado como la sustancia pero más, o sea, de otra manera.

En efecto, la sustancia está separada para seguir siendo sustancia; en cambio, el intelecto agente está separado para poder entenderlo todo, y por eso se puede decir que el intellectus puede hacerse todas las cosas.

La noción de sustancia, como el resto de las categorías, hay que reservarla para el ámbito de la realidad física.

Sustancia es cualquier compuesto hilemórfico, es decir, cualquier compuesto de materia y forma.
La forma "separa" la sustancia de la indeterminación de la materia.

Ya se ve que es una "separación" ínfima, pues está regida por el orden del universo.

El intelecto está mucho más separado, separado de otra manera. Las categorías físicas no convienen al conocer, no convienen al ser "personal". Así se entiende, por ejemplo, que sea mejor no pensar el conocer como un "accidente", y en teología no pensar tampoco la gracia como "accidente".

Sí, la sustancia está separada, pero su separación es ínfima.

El intelecto está mucho más separado pues se hace otro.

La realidad del conocer es una realidad distinta que la realidad de la física, que no puede ser dos cosas a la vez.
El intelecto, sin embargo, es dual.

Conocer es hacerse otro. Siguiendo siendo lo que somos, también somos otro. No es un bronceado, no es un accidente, es dualidad.

Método y tema coinciden, estando separados.




Para saber más : Cuaderno de Polo sobre la esencia humana. p.106.2 

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¿Podemos llamar sustancia al hombre?

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Pienso que debemos reservar el nombre de "sustancia" a lo real inerte, compuesto de materia y forma.

El acto de la sustancia es la forma sustancial, que depende de la causa eficiente y de la causa final.

La expresión "ser real" tiene dos sentidos distintos: la realidad en sí que se llama sustancia, y la realidad del conocer, (etiqueta 2.0.1) que no es sustancia.

La realidad del “conocer” es otro modo de ser, abierto, comunicante.

No conviene a Dios el nombre de sustancia, pues en Dios no hay composición de materia y forma. Dios es Acto puro. Noesis noesos. Conocimiento abierto. No es un ser "en sí".

Juan Fernando Sellés también ha explicado por qué la noción de sustancia (al igual que el resto de las categorías) hay que reservarlo para su ámbito: la realidad física.
Sustancia es cualquier compuesto hilemórfico, es decir, de materia y forma.

Según Polo, la persona no es un individuo “en sí”, no es una sustancia. Esto es una especie de insulto para la persona. Porque la persona es « apertura ». Es libre, amorosamente.

Es verdad que las plantas y los animales también son una cierta apertura. Pero es una apertura que no es íntima, que no es libre, que no es irrestricta, y menos aún amorosa, es sólo una apertura para realizar lo que está programado para su especie.
La vida de las plantas y los animales está al servicio de la realidad física del universo. El hombre, sin embargo, no es una realidad física (aunque la persona humana tenga realidad física).

Sustancialismo es la doctrina filosófica que defiende que todo lo real es de índole sustancial.
No sólo la realidad física, sino toda la realidad.
Según el sustancialismo la persona humana, e incluso Dios, serían sustancias.

Otro ejemplo: el acto de “conocer” no es una sustancia (un qué físico), ni un accidente (algo que se dé en una realidad física).

La persona es subsistente racional o espiritual. Y el hombre, la persona humana, es un espíritu en el tiempo.

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