¿Qué significa "elevación" en la Antropología trascendental?

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"Elevación" en la Antropología trascendental significa dualidad ascendente: un miembro superior que tira hacia arriba del miembro inferior.

Por lo tanto las aperturas trascendentales son elevaciones, pues un miembro tira hacia arriba.
Y las aperturas transcendentes también.


Es importante darse cuenta que “elevación” es el elevarse incesante y actuoso. No es el estado de estar “elevado” sino el abrirse en comunión. 

¿Cuál es la división del ser creado que hace de la antropología una filosofía primera?

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El ser creado se divide en Universo físico y Personas.

Dios crea el Universo tetracausal y la persona humana dual.

El Universo no puede entrar en comunión con Dios. La persona sí, al ser dual, al estar abierta por dentro.


Y como también estamos abiertos por fuera, podemos asumir (esencializar) el universo trastocándolo en mundo, colaborando con Dios (trabajando).
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¿Es espontáneo el Inteligir?

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El Inteligir no es espontáneo. No se pone a sí mismo.
No es un cajón de sastre.

El Inteligir se refiere siempre a principios.

No piensen ustedes en principios "lógicos" sino en dependencias del Origen.

La fuente, el foco, es el Verbo.

Dejémosle libremente iluminar.




Ideas sacadas del libro póstumo de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 3. La noción de referencia infinita


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¿En qué consiste el pecado de Lucifer?

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Quizás consista en el rechazo libre del enriquecimiento irrestricto recibido de Dios.
El ángel decide libremente, soberbiamente, que desde su altura lo verá todo.

Si comes de este árbol serás como un dios.




Ideas sacadas del libro póstumo de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 1. Dios y la infinitud de la intelección
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¿Cómo se formula la tragedia en la antropología cristiana?

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Lo trágico, en la antropología cristiana, es la soledad.
De ahí que si ponemos un belén en nuestro corazón, nazca la esperanza.
Usted y yo, con la mula, con los tres, somos también de la familia de Dios.

Hemos dejado atrás la soledad.
Comienza la épica.


Ideas sacadas del libro póstumo de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capitúlo 1, 7. La aportación cristiana.

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¿Proviene el hombre del universo?

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El universo no es capaz de crear al hombre, ni de contenerlo.

El ser como fundamento (el universo) es sencillo, mientras que el hombre es dual.

El hombre no es una esencia mundana.
Sólo su cuerpo forma parte, también y hasta cierto punto, de la esencia del universo.


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¿De dónde viene el hombre?

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El hombre no proviene del universo físico.

Es creado directamente por Dios que lo inserta en el ser del universo, para que lo transforme en su "mundo"

Las criaturas del universo físico obedecen al despliegue de la naturaleza, en armonía tetracausal.

Sin embargo, la luz siempre encendida del inteligir proviene de una fuente extracósmica (la persona) ya que supone la capacidad de poder parar el movimiento, detener el tiempo físico y poder dar.

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¿Cuál es la cumbre de la antropología griega?

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La cumbre de la antropología griega es el concepto de virtud.

El hombre se mejora. Es capaz de mejorar su naturaleza y alcanzar metas imprevisibles.







Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 127.2
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¿Cuál es el cauce de la antropología cristiana?

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El cauce de la antropología cristiana es el concepto de virtud.

El hombre es capaz de mejorarse, de mejorar su naturaleza y alcanzar metas imprevisibles.

Entonces, puede responder libremente a la iniciativa divina, a su misterio de amor.

El hombre es un hijo que puede cantarle a Dios, con su vida, con su trabajo, con su arte.






Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 127.2
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¿Por qué la virtud es el punto de enlace entre la antropología griega y la cristiana?

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La virtud es el punto de enlace entre la antropología griega y la cristiana porque la noción de virtud es la cumbre de la antropología griega y, por decirlo así, el cauce de la cristiana.

Una sentencia de Tomás de Aquino dice que todas las religiones han entrevisto que Dios es sabiduría, Lógos. En Dios habría inteligencia y, por tanto, verdad, aunque sea de una manera vaga. Pero ninguna ha vislumbrado que Dios es amor.

Los cristianos sabemos que Dios es Amor. La sentencia de Tomás de Aquino nos sirve para entender la diferencia de la antropología griega con la cristiana, en la que rige el Amor.

Gracias a la virtud podemos amar más.
El don de nuestra vida es creciente, si queremos.
Somos "además" de Dios, otorgándole nuestro don creciente, gracias a la virtud.






Para saber más sobre la virtud: etiqueta 6.2.5

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¿Confunde Polo su Antropología trascendental con la Antropología teológica?

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La confusión entre Antropología trascendental y Antropología teológica es sólo aparente.

El método no es el mismo.
La Antropología teológica parte del dato revelado, de la verdad revelada por Dios.

La Antropología filosófica poliana, en cambio, tiene como método el abandono del conocimiento objetivo (el abandono del límite mental) para explorar no "lo subjetivo" sino la trascendencia, haciendo pie en la condición humana.

Sin embargo, el resultado es congruente con el resultado de las investigaciones de la Antropología teológica. Nos adentramos cada vez más en la verdad. No hay dos verdades, una filosófica y otra teológica.
Son dos alas del mismo vuelo.

El problema es antiguo, pues la desconfianza hacia las fuerzas naturales del hombre persiste.

Sea porque, como sostiene Duns Escoto, la naturaleza humana está caída.
Sea porque Tomás de Aquino parece afirmar que el hombre no puede ver naturalmente a Dios.

Los dos tienen razón pero en el fondo lo que pasa es que no nos hemos dado cuenta de que el hombre en "estado natural" no ha existido nunca, ni puede existir.

El hombre no es un ser "natural" del cosmos, que dependa de las condiciones iniciales.

El hombre, en cuanto que persona que es, es extracósmico, es libre. Y desde su naturaleza o apoyándose en su naturaleza, puede alcanzar libremente su ser, autotrascenderse, aceptando el don de Dios. No es la "naturaleza" la que se autotrasciende, sino la persona, el ser personal libre.

La Antropología trascendental accede a Dios por otra vía, pero accede.
No es Antropología teológica, sino filosófica.




De esto habla Rafael Corazón en su artículo "Antropología trascendental y Antropología teológica", en el libro homenaje a Ignacio Falgueras, Autotrascendimiento (J.A. García y J.J. Padial) p. 311.2

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¿Cuál ha sido la rectificación más importante a la antropología de Aristóteles?

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La rectificación más importante a la antropología de Aristóteles ha sido decir que la voluntad no es inferior a la inteligencia.

Es una tesis cristiana.
Ningún antropólogo cristiano ha aceptado que la voluntad sea "sólo" tendencia, porque si la voluntad fuese sólo tendencia y, por lo tanto, fuese imperfección, Dios no podría tener voluntad.

Aristóteles sostiene que amar es desear y como Dios lo tiene todo, lo es todo, no puede desear.

Los cristianos sabemos, sin embargo, que Dios es Amor.
La voluntad no puede ser sólo tendencia, sino que tiene que ser algo más que deseo.
La voluntad es capaz de otorgamiento amoroso.
Es capaz de efusión.

La voluntad también es capaz de acto perfecto, aunque nunca se detenga.







De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 24.2.


Para saber más.
Sobre la filosofía cristiana:……………Etiqueta 7.8.0
Sobre la naturaleza humana:……….Etiqueta 6.1.0
Sobre el hombre:………………….……….Etiqueta 1.10
Sobre el deseo:………………….….………Etiqueta 1.9.3
Sobre el acto:…………………………..……Etiqueta 1.2.1
Sobre las aporías de Aristóteles:....Etiqueta 20.4.5
Sobre la Antropología:………………….Etiqueta 5.1.0

Sobre la voluntad:…………………………Etiqueta 6.2.2
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¿Qué aporta la antropología cristiana a los saberes humanos?

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Por decirlo rápidamente, la antropología cristiana aporta la comprensión no solo hiperformal, sino hiperteleológica del hombre.

El hombre no solo tiende a la felicidad, sino que va más allá del tender.

¿Qué puede haber más allá de la tendencia a poseer y de la posesión misma de la felicidad? Obviamente, el donar. Si la actividad del amor es donante, trasciende lo que los griegos entendían por télos.

He aquí la hiperteleología cristiana.

Donar es dar sin perder, la actividad superior al equilibrio de pérdidas y ganancias.

Dios es Dar y el hombre, hijo de Dios, es también dar, "además".

El aprecio por la verdad, por la capacidad humana de conocer, se lo debernos en gran parte a los griegos. La dimensión amorosa elevada a culminación, la debemos evidentemente al cristianismo.

Desde el punto de vista filosófico, quien ha incorporado el amor al planteamiento cultural de Occidente, quien ha contribuido a su expresión literaria extensa, es Agustín de Hipona. Por eso a San Agustín se le llama el padre de Europa.


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¿Podemos hablar de "dimensiones" de la antropología?

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Juan Fernando Sellés ha tenido el acierto de publicar en Studia Poliana nº 13 un artículo de Polo muy sencillo, en el que expone diversas dimensiones humanas y que le permiten distinguir entre tres antropologías diversas en la historia de la filosofía:

- la constitucional, de corte griego;
- la dinámica, de cuño moderno;
- la trágica, de impronta existencialista, contemporánea.

Como propuesta de solución a la visión dramática que ofrece esta última, añade, al final del trabajo, la antropología teándrica, la cual permite dotar de sentido al problema del dolor.

Como la problemática subyacente a esas antropologías es siempre actual, podemos considerarlas como ciertas "dimensiones" de la antropología:

a) Hay una dimensión constitucional, que responde a la pregunta ¿qué es el hombre? Un ser capaz de tener, o mejor, como afirma Polo, capaz de dar.

b) Hay una dimensión dinámica, que responde a la pregunta ¿quién es el hombre? Pero que se puede enfocar, o mirando al pasado (las condiciones de posibilidad), o mirando al presente (por ejemplo, Rousseau), o mirando al futuro, como hace Polo al caracterizar al hombre como "espíritu en el tiempo".

c) Hay una dimensión trágica, que no sabe responder a las preguntas ¿qué es el dolor?, ¿qué es la muerte?

d) Y hay una dimensión teándrica, que responde a la pregunta ¿qué es ser hijo de Dios?








De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 15.
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¿Conviene desarrollar el tema de la esperanza?

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Ciertamente.
La antropología moderna es dinámica, pero demasiadas veces se centra en el pasado.

Seríamos sólo el producto de lo posible, dependiendo de las condiciones iniciales.
No hay lugar para la aventura.

Apelar al futuro es muy importante hoy, cuando el hombre tiene miedo de lo que puede pasar.

Vivimos un tiempo de fuerte pesimismo existencial (angustia, nada, náusea).

Las antropologías esperanzadas están en crisis porque el tema del futuro se nos ha cerrado.

Es vital reabrir el tema del futuro y establecer el valor de la esperanza.
Sin futuro el hombre no puede vivir (o vive muy mal).

Hay que restablecer la esperanza. Echar el ancla en el Creador Omnipotente, Bueno y Padre, que crea al futuro por su Logos, congruentemente.

El futuro tiene una razón, un sentido esperanzado: el Amor.





De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 27.4.

Para saber más.
Sobre la esperanza:……………..Etiqueta 5.13.4
Sobre el futuro:…………………..Etiqueta 1.12.5
Sobre la Antropología:…………..Etiqueta 5.1.0

Sobre la congruencia:…………  Etiqueta 2.11.1

¿Qué justifica una antropología teándrica?

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Lo que justifica una antropología teándrica es la respuesta al mal.

El dolor es un sinsentido que provoca las antropologías trágicas existencialistas y nihilistas.

La pregunta sobre el hombre entra en crisis ante el drama del sufrimiento.
Sólo una "nueva" dimensión del ser hombre puede superar la tragedia.

Dios debe intervenir de "nuevo". Filosóficamente sólo un Dios-hombre, sólo una nueva vida dará valor a nuestro "tener".

A esa antropología Polo la llama a veces "antropología teándrica". Para entender al hombre en nuestra situación, necesitamos que Dios venza al mal.

No basta que el hombre sea capaz de tener y crecer.
El hombre es también capaz de dar. Y puede herir.

Si Dios tiene Corazón, y sufre. El hombre será capaz de dar sentido a su dolor, pues el dolor en Dios es Misericordia y en nosotros dolor de Amor.






De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 29.3.

Para saber más:
Sobre el mal:…………………….Etiqueta 6.2.10
Sobre el dolor:………………..…Etiqueta 8.5.0
Sobre la Antropología………….Etiqueta 5.1.0
Sobre la Filosofía cristiana:….Etiqueta 7.8.0
Sobre el "tener":…………………Etiqueta 1.9.1
Sobre el "dar":…………………...Etiqueta 1.0.2

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¿Es válido el compendio de la antropología que Kant resume en tres preguntas?

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Kant decía que la antropología consiste en la respuesta a tres preguntas:
¿Qué soy capaz de conocer?
¿Qué debo hacer?
¿Qué estoy autorizado a esperar?

Los griegos han respondido a las dos primeras de modo correcto: el hombre, en efecto, es el ser capaz de alcanzar la verdad y, siendo virtuoso, vivir en amistad.

Kant no añade nada atendible.

La tercera pregunta, sin embargo, debe ser sustituida por otra: ¿qué es la esperanza en el orden del amor?

¿Por qué?
Porque la esperanza griega no deja sitio a la novedad.

Kant no sabe tampoco, con su exactitud puritana, ampliar la esperanza. No sabe osar.

Sólo sabiendo que Dios es Amor estamos autorizados a esperar que nuestra vida sea acogida como don en el banquete de bodas de la eternidad.

Las tres preguntas compendian, desde la humildad del "además", los radicales personales:

¿Qué soy capaz de conocer? : Entender.
¿Qué debo hacer?: Amar.
¿Qué es la esperanza en el orden del amor? : Libertad.







Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 133

Para saber más del "además", ver etiqueta 5.5.1

Los radicales personales (etiqueta 5.5.0)
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¿Tiene también el ser la primacía en la Antropología trascendental?

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Sí. El ser también tiene la primacía en la Antropología trascendental.

Sin embargo, debemos añadir que el ser personal del hombre depende libremente de Dios.

La soledad del ser sería un absurdo.


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¿Qué es la muerte?

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La muerte es un paso incompleto.
El hombre muere porque al cambiar de vida no puede llevarse al cuerpo consigo.
No sabe cómo hacerlo.
Pero no piensen ustedes de modo sustancialista (como si fuera una película de ciencia ficción), imaginando un cuerpo que pasa por un agujero y se deja trozos cual serpiente que cambia de piel.

Lo que queda incompleto es el sentido de nuestra vida terrestre.

El pecado original es un pecado de ciencia, de falta de conocimiento.
El sentido del cuerpo queda sin descifrar.
“Conociendo”, en Dios, recuperaremos, gloriosamente, el cuerpo y su historia.

De ahí que la Buena Muerte sea la de Jesús: Padre, en tus manos abandono mi espíritu.
Abandonarse completamente en Dios garantiza la Resurrección




De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 208
Para saber más sobre el pecado original ver la etiqueta 12.3.0

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Sobre lechuzas, amaneceres y Universidad

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El ave de Minerva que, como se sabe, es la lechuza, levanta el vuelo al atardecer, en esa hora definitiva en que la experiencia del día se consuma y es elevada al concepto. Pero el trópico carece de crepúsculos duraderos, es decir, de esa calma que recoge el fulgor del día y es el símbolo de la teoría pura.

En verdad, estas dificultades, planteadas por el idealismo, no afectan a un  filósofo realista. Sostengo una actitud muy distinta. Más que de resultados, la filosofía se ocupa de principios, de lo primero. Por eso está en condiciones de señalar rutas, de proponer criterios  iluminadores a la acción esperanzada de los seres humanos. Por eso también, el símbolo de la filosofía no es la melancolía de la tarde, tampoco el brillante mediodía, sino el amanecer, la luz más joven, que empieza a disipar las sombras y a destacar perfiles.

La filosofía siempre está comenzando, y vuelve a comenzar en cada hombre. Para ser filósofo es necesario comprender que el disparo inaugural del vivir es la búsqueda. La vida busca en la verdad, porque la verdad es insondable y depara sin cesar descubrimientos nuevos. En la mitad del camino, como dice Dante, el hombre se encuentra inmerso en una selva indescifrable. La filosofía le enseña el modo de aclarar el laberinto: hay que volver atrás, al propio manantial genuino, permanecer cerca del principio.

El filósofo no es un iluso, pero sí un ingenuo. La ingenuidad es, al contrario de la satisfacción, palabra que viene de satis facere: nunca hemos hecho bastante –dijiste basta y pereciste, advierte San Agustín–. Y es que la sensación de suficiencia disipa, disgrega la vida en la atonía. En cambio, la filosofía convoca. Convocar equivale a reunir, a articular las cosas diferentes. En la medida en que la aurora desvela lo oscuro, un panorama, un paisaje, se organiza.

De aquí se desprende que sin la filosofía es difícil conseguir una auténtica Universidad. Sin la filosofía, las Universidades no suelen pasar de ser meras pluriversidades, es decir, un conjunto de Facultades aisladas. A ella corresponde, en efecto, la propuesta unificadora que hoy se suele llamar interdisciplinariedad, con la que se repone el clásico lema del árbol de las ciencias.






Texto de Leonardo Polo enviado por Silvia Carolina Martino, publicado en “Discursos pronunciados en la Investidura del Grado de Doctor “Honoris Causa”. Profesor Ronald Woodman Pollit (Ingeniería), Profesor Ben Burton Balsley (Ingeniería), Profesor Leonardo Polo Barrena (Filosofía), Profesor Umberto Farri (Educación)”, Universidad de Piura, 9 de septiembre de 1994, pp. 41-44
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¿Qué es la muerte para la persona humana?

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Es un paso penoso.

La muerte para el hombre es un viaje precipitado, en el que perdemos el cuerpo.

El Apocalipsis dice que sus obras siguen al justo.
Pero eso sólo lo sabremos a la llegada.

No estamos seguros de que recuperaremos las maletas. No lo quiero ni imaginar.

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¿Es mala la muerte para la persona?

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La muerte es malísima para la persona humana, ya que se interrumpe su manifestación corporal.

No es correcto imaginar que el alma escapa como un pájaro de la jaula de su cuerpo.
El cuerpo no es una jaula sino cauce de nuestra libertad.

La muerte es buena en cuanto que paso a una Vida mejor, la de la resurrección, que permitirá a la persona manifestarse en un mundo "nuevo", al ser el cuerpo glorificado (nuestro cuerpo y no otro, ya que no podemos renunciar a nuestra historia), el mismo cuerpo ahora glorioso. Nunca podremos dejar atrás a nuestros padres, a nuestra tierra, o a nuestro sexo.

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¿Es la muerte cristiana un aceptar?

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La muerte cristiana es aceptar, con Cristo y como Cristo, el abandono de la felicidad que la vida humana (nuestro cuerpo vivo) proporciona cuando crecemos hacia Dios o vivimos en Dios.

Morir cristianamente es aceptar ese abandono confiando en Dios, que nos resucitará.


Un morir arrepentidos, con dolor, del mal uso que hicimos de la vida, pero sabiendo que Jesús reparará con su Muerte (con la Pascua de su Misa) cada uno de nuestros desperfectos.
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¿Cómo explica Polo antropológicamente lo que es el morir?

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El morir es un tránsito.

Lo inmortal del hombre, su espíritu, no es capaz de asumir, al tránsito, el entero transcurso temporal de la vida humana.

No sabemos descifrar el sentido de nuestro estar en el mundo. Nos vamos dejando tantas obras inacabadas.

A través de la cultura hemos intentado expresarnos, dar sentido a nuestra vida biológica.

Si nuestro espíritu hubiera abierto por completo el significado de nuestra vida temporal, nos llevaríamos el cuerpo a la gloria.

Nos duele morir cuando la tarea está aún inacabada.







Glosa a Urbano Ferrer. Consideraciones sobre la relación mente-cerebro. Studia Poliana 11,  p.56.2  

¿Cómo causa el pecado original la muerte?

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El pecado original causa la muerte "per accidens"

En sentido estricto no es el pecado el que causa la muerte, pues la muerte sigue "naturalmente" a la naturaleza humana.

La muerte se encontraba impedida por el estado de justicia original en que Dios creó la naturaleza humana.

La muerte es una exigencia natural de la especie humana.

Pero Dios, junto con la gracia había concedido al hombre un conjunto de privilegios que eran como un freno para lo que reclamaba la naturaleza humana.

El pecado, al destruir el estado de justicia original, se constituyó en causa per accidens de la muerte.

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¿Tiene la vida valor donal? ¿Y la muerte?

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El valor donal de la vida se corresponde con el valor donal de la muerte.

La vida es para consumirla (esto es la muerte, la consumición: se acabó de formar el don en esta vida) y para consumarla (esto es la vida, la consumación, sumar y sumar, crecer en sus tres dimensiones: fe, trabajo y amistad).

La vida es el don que nos instala en la vida eterna al ser aceptado por Dios.

Ofrecer o dar la vida, no es solamente compartir la vida, sino decir "no quiero vivir, lo que quiero es vivir contigo". No me importa la vida, me importas tú.

Es lo que se llama "desvivirse".  Morir de amor.


De ahí que la muerte como don sea dolorosa, pues más que la pérdida de la vida, lo que se siente es la pérdida del amado.
Es un dar sin reservarse nada.


El Cuerpo de Cristo sufrió muerte, pues por tres días perdió la visión beatífica que su cuerpo le daba. Perdió, humanamente, la visión del Amado, aunque divinamente la conservara gozoso.






Ideas inspiradas en Ignacio Falgueras en "El abandono final".

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¿Es la muerte un acontecimiento de mi historia, de mi vida?

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No faltan quienes niegan la existencia de la muerte, asegurando que es una ficción, pues cuando morimos ya no vivimos, sería algo externo a nuestra vida: la vida ha terminado, luego la muerte no es nada.

Hagamos, sin embargo, un esfuerzo por abandonar la manía sustancialista que ve todo a través de un “sujeto”, un yo aislado, que se muere cuando se muere, como muere un perro, una sustancia. Si es así, la muerte es ciertamente exterior a mi vida.

La persona no es una sustancia que desaparece al transformarse en cadáver. La persona humana es “adverbio”, es “además”. Este horizonte nos permitirá comprender el sentido donal de la muerte.

La vida terrestre termina, sí, el don se ha completado y se abre la gran alternativa: ¿será mi vida aceptada? Hemos llegado al gran acontecimiento de mi historia: el juicio.

La historia de la persona que soy, viva, muerta y resucitada.
La muerte es ciertamente un acontecimiento de mi Vida (no solo de la terrestre).






De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 208.2

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¿Qué ganamos con la muerte?

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Con la muerte ganamos el desvelamiento de la oscuridad de la libertad nativa en nuestras circunstancias. Al pasar a mejor Vida.

En la vida humana hay muchas quiebras. La libertad tiene sus errores peculiares (pecados).

Al morir, o tener que morir, descubro lo que irremediablemente dejaré detrás, por no ser suficientemente hijo.

El dolor hace renacer la libertad nativa.

Ya no es esclava, ya no soy esclavo. Salvo si muero por segunda vez.
Con la segunda muerte no gano nada, lo pierdo todo.





De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 224
Para saber más sobre la libertad nativa ver la etiqueta 5.5.4
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¿Tiene la muerte importancia para Heidegger?

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Sí. La muerte tiene importancia para Heidegger porque le da sentido a la vida.

Sin embargo, al aceptarla como término ineludible, se incapacita para entender la libertad radical.
Somos libres sólo para darle sentido a nuestra vida, pero la vida se acaba.
La muerte tiene entonces una importancia desorbitada y provoca el centrarse en la realización del sentido que yo quiera darle a mi vida.

En esta vertiente la antropología de Heidegger es una antropología de la finitud o una ontología de la cultura (en definitiva, del lenguaje): somos lo que llegamos a decir y nada más.
La muerte le sirve a Heidegger como cañamazo para el vivir. Precisamente porque nos damos cuenta de que morimos somos seres con proyectos; si no, nos limitaríamos a pasar.





De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 209.2

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¿Es la inmortalidad un vivir indefinidamente?

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Más que un vivir prolongado, la inmortalidad es una vida más intensa.

Pero no sólo eso.
La inmortalidad del hombre es, sobre todo, la desaparición del error peculiar de la libertad que es el pecado.

Ser inmortal para los hombres es una consecuencia de lo que los cristianos llamamos ciencia de la Cruz. Es un saber más, que descifra todos los avatares del cuerpo, de la historia y de nuestras acciones futuras.
Gracias a ese sabe, en la vida eterna que algunos llamamos Cielo, no se peca. En el Cielo no se muere.





Para saber más sobre el pecado ver la etiqueta 12.3.1;
Y sobre el pecado original, ver la etiqueta 12.3.0

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 209.3

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¿Tiene razón Heidegger cuando afirma que sin la muerte desaparecerían los proyectos?

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Sí, Heidegger tiene razón cuando afirma que sin la muerte desaparecerían los proyectos, porque la muerte acota el tiempo de la vida terrestre.

Si viviéramos indefinidamente no existirían las posibilidades, pues todo sería posible y tarde o temprano se realizaría. La vida sería un todo infinito y aburrido en la que no nos jugaríamos nada.

La muerte da posibilidad a la posibilidad.
De ahí que, aunque la muerte aparezca como algo negativo, el sabio agradece el conocerla, pues así se estimula a aprovechar el tiempo en tareas con sentido.

Heidegger tiene razón: sin la muerte no existirían las alternativas.

Esto no quita el que exista una ciencia superior que Heidegger ignora: la muerte no es un término, sino un cambio de vida.
Heidegger incumbe en patetismo. La inmortalidad no debe equipararse a la prolongación indefinida de la vida biológica. Ser inmortal es saber descifrar nuestro cuerpo, esencializarlo de tal modo que sirva para otra vida que no es aburrida: la vida eterna "de los hijos".








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 209, 2-3.

Para saber mas sobre Heidegger ver la etiqueta 20.50.00

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¿Tiene razón Sartre cuando califica a Heidegger de moralista?

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Sí, Sartre tiene razón cuando califica a Heidegger de moralista, pues no tiene sentido querer darle sentido a la vida, si la vida se acaba.

En esto Sartre parece más coherente y radical: los demás, que me recuerdan la libertad, son un infierno, pues la libertad no sirve para nada. Es nauseabunda.

La muerte es un hachazo que hace inútil nuestra existencia. La muerte es un factor enigmático para la libertad.
De qué me sirve cifrar (cultura) si no podré descifrar.

Por eso Sartre desemboca en la dialéctica, sintetizando: somos libres y empíricos a la vez, vivamos la vida como nos dé la gana, evitemos lo que nos desagrada, seamos libres como pasión: condenados a ser libres.

Sartre ignora que la libertad trascendental, que somos, es un acto inagotable; que buscando su Origen, lo encontrará indesfuturizable. No es pasión, sino acto actuoso, y esperanza de felicidad.







De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 210.


Para saber más sobre Sartre ver la etiqueta 20.51.00
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¿Cómo conjura Epicuro su miedo a la muerte?

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Epicuro conjura su miedo a la muerte diciendo que la muerte es un hecho indiferente, porque cuando estamos vivos no hemos muerto, y cuando hemos muerto no vivimos.

De este modo Epicuro se acoraza, busca un consuelo, expulsa la comunicación muerte-vida.

Sin embargo, la muerte no se quita de en medio con tanta facilidad. La neta postura de Epicuro es superficial. Quien diga que la muerte no es terrible no sabe nada de ella.
¿No es espantoso ser ciego en Granada? O en Málaga.






De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 210.2
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¿Por qué el miedo de Hobbes ante la muerte debilita su antropología?

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Según Hobbes, el hombre vive dominado por el miedo porque es capaz de adelantar el futuro. El hombre no puede evitarlo. El animal no sabe que va a morir.
Homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre.

Por ello se ve impelido a construir el Leviathan, el Estado, a fin de anular el miedo emanado de la enemistad universal.
Es necesario el pacto social, urdir un sistema que garantice la paz; eso es “lo stato”, lo estable; la política, al construir un ente al que se entregan todos los poderes, neutraliza mi futuro; ahí ya puedo vivir despreocupadamente.

Porque conocer el futuro es conocer una serie ininterrumpida de males que acaba con la muerte. Sé que soy mortal porque soy un ente que imagina.
Imaginemos pues un Estado totalitario que nos libere del terror.
Hobbes inmola la persona, el futuro, pues ahí se encuentra la muerte.

La antropología se debilita en sociología  o  ciencia de la paz entre lobos.









De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 212.2
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¿Cómo hace Kant para que no aparezca la muerte?

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Para que no aparezca la muerte, Kant hace que la ética ocupe todo el horizonte.
La libertad para Kant es exacta como un reloj prusiano: espontaneidad categórica.

El imperativo categórico es una norma absoluta, que lo abarca todo. Aquí no hay persona, no hay un quién. El sujeto trascendental sabe lo que sabe y no molesta a los demás con lo que a él le molesta.

Así controla Kant el problema del miedo al futuro.

Atenerse estrictamente a la norma anula la persona: Las decisiones del yo empírico serían una quiebra; el afán subjetivo-egotista de pasarlo bien. Un apéndice despreciable.

Sin embargo, al imperativo categórico no le puede pasar nada. Si cumplimos nuestro deber no caeremos en preocupaciones tan triviales como la muerte, que es así tapada por el imperativo categórico.








De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 213.5
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¿Cómo conjura Nietzsche la muerte?

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Nietzsche conjura la muerte con el eterno retorno.

Nietzsche dice: todo para suprimir la venganza, para amar la eternidad sin riesgos, para no ser hijo, para producir en régimen de superación, para convertir el tiempo en ser.

Nietzsche huye del miedo a la muerte de una manera más refinada que Hobbes, la supera artísticamente.
Propone una eternidad corpórea cultural, sin alma y sin ética.

Pero el hecho es que él también se murió.







De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 215

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