Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.
Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman
mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del
otro.
Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su
"querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle
nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".
Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las
operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación o "declaración" de amor.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").
Así, cuando digo, me gusta el chocolate, revelo que "a mí" me
gusta el chocolate.
Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque
"la persona que soy" está constituyendo el acto de mi
voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se
manifiesta (que se declara) "aportando", desde su querer-yo.
El yo está en
nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación
del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.
Hay amores más altos,
hay una jerarquía del amor.
Se debe llamar
propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación:
al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a
ese amor.
Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre
personas.
Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de
"ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo,
que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.
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