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Para Aristóteles el alma es la entelechéia de un cuerpo organizado.
Aquí entelechéia es el acto primero, la forma que mantiene la unidad de ese cuerpo.
Principio de unidad que mantiene unidos a sus elementos y dirige el crecimiento, la diferenciación de sus partes, sin perder la unidad.
Un ser está vivo mientras tenga alma.
Una bacteria, un cocotero, un okapi, vivos, tienen alma.
¿Tiene alma un virus? Los científicos nos lo dirán. Ellos investigan si ahí hay un cuerpo organizado. Quizá sea una vida precaria, pero si hay vida, hay alma.
La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.43). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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¿Qué es el pecado original?
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Un estado de privación.
Una carencia con la que todos nacemos.
Polo defiende la existencia de una revelación primitiva por la que los hombres fueron conscientes de esa carencia.
El hombre se dio cuenta de que no conocía y amaba a Dios como debiera.
¿Por qué? Porque nos hemos alejado, desde el origen, de Dios.
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Un estado de privación.
Una carencia con la que todos nacemos.
Polo defiende la existencia de una revelación primitiva por la que los hombres fueron conscientes de esa carencia.
El hombre se dio cuenta de que no conocía y amaba a Dios como debiera.
¿Por qué? Porque nos hemos alejado, desde el origen, de Dios.
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¿Por qué Dios es plenamente Padre?
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Porque Dios da sin reservas.
Dios Padre es dar sin reservas.
No hay nada en Dios que no sea dar.
Es dar supremo, plenamente dar.
Y, respectivamente, Dios Hijo es plenamente Hijo.
No hay nada en Dios Hijo que no sea filiación.
Su dar supremo es el aceptar plenamente el dar.
Dios Espíritu Santo es plenamente don.
Es el dar siempre más en Dios.
Un gozo de don.
¿Y nuestra plenitud?
La entrega.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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Porque Dios da sin reservas.
Dios Padre es dar sin reservas.
No hay nada en Dios que no sea dar.
Es dar supremo, plenamente dar.
Y, respectivamente, Dios Hijo es plenamente Hijo.
No hay nada en Dios Hijo que no sea filiación.
Su dar supremo es el aceptar plenamente el dar.
Dios Espíritu Santo es plenamente don.
Es el dar siempre más en Dios.
Un gozo de don.
¿Y nuestra plenitud?
La entrega.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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¿Queda el hombre fijado en lo que hace?
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No.
La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.
Me puedo arrepentir.
La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor.
Yo puedo mejorar mis decisiones.
Tomado de Polo. Ética p. 67
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No.
La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.
Me puedo arrepentir.
La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor.
Yo puedo mejorar mis decisiones.
Tomado de Polo. Ética p. 67
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¿Está determinada la voluntad?
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La voluntad es relación trascendental con el bien.
El bien del hombre es infinito, pues la inteligencia humana puede crecer irrestrictamente.
El hombre puede, pues, buscar más, o detenerse en la elección. Es libre.
La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.
Me puedo arrepentir.
La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor. Yo puedo mejorar mis decisiones.
Y la voluntad, como todo lo humano, es dual. Por eso se dice que la voluntad es curva, no va directamente a su fin, sino que tiene en cuenta, curvándose, otros factores, depende del yo, depende de la persona, es querer-yo.
Como potencia siempre puede querer más.
Como acto, elige según la razón. Razón abierta por las luces superiores
Es evidente que una tal dimensión va más allá que la combinación de átomos.
Véase a continuación el comentario de Francisco Molina. Es sabroso.
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La voluntad es relación trascendental con el bien.
El bien del hombre es infinito, pues la inteligencia humana puede crecer irrestrictamente.
El hombre puede, pues, buscar más, o detenerse en la elección. Es libre.
La libertad, al decidir, renace como dominio sobre la decisión.
Me puedo arrepentir.
La decisión es rectificable, porque la decisión puede ser mejor. Yo puedo mejorar mis decisiones.
Y la voluntad, como todo lo humano, es dual. Por eso se dice que la voluntad es curva, no va directamente a su fin, sino que tiene en cuenta, curvándose, otros factores, depende del yo, depende de la persona, es querer-yo.
Como potencia siempre puede querer más.
Como acto, elige según la razón. Razón abierta por las luces superiores
Es evidente que una tal dimensión va más allá que la combinación de átomos.
Véase a continuación el comentario de Francisco Molina. Es sabroso.
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¿Hay adelanto o retraso en Dios?
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El dar sin reservas, que es Dios,
no admite ni adelanto ni retraso.
Tan donante es la iniciativa suprema (Dios Padre),
como la aceptación suprema (Dios Hijo),
como el don supremo (Dios Espíritu Santo).
El dar divino es la plena comunión o comunicación suprema de
iniciativa, aceptación y don.
No cabe aburrimiento ante la armonía última y primera.
Es como realizar una película, entenderla y gozarla.
Sin resquicios ni cabos sueltos.
El Señor de los anillos, transparente.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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El dar sin reservas, que es Dios,
no admite ni adelanto ni retraso.
Tan donante es la iniciativa suprema (Dios Padre),
como la aceptación suprema (Dios Hijo),
como el don supremo (Dios Espíritu Santo).
El dar divino es la plena comunión o comunicación suprema de
iniciativa, aceptación y don.
No cabe aburrimiento ante la armonía última y primera.
Es como realizar una película, entenderla y gozarla.
Sin resquicios ni cabos sueltos.
El Señor de los anillos, transparente.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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¿Cómo describir la libertad de Dios?
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Pues no lo sé.
Me gusta especialmente la descripción que hace Polo de la libertad trascendental humana cuando dice que es
"un discontinuo de comienzos" (ver etiqueta 5.5.4).
Me parece que muestra muy bien nuestra limitación y al mismo tiempo nuestra autoría, moviéndonos por donde queramos (en el ámbito de la máxima amplitud que es Dios).
Quizá podemos decir que la libertad de Dios es una Comunión de comienzos. No sé.
Pero he encontrado una sabrosa indicación en un texto de Falgueras en el que dice que la libertad divina es sin precedentes.
La libertad y el dar humanos son condicionales, es una añadirse, nuevo, pero sin ser pura novedad, pues acompaña.
El dar divino innova puramente.
No está condicionado.
Hace surgir de la nada.
La creación no es una "posibilidad" en Dios, que escoge entre otras. Dios no pierde posibilidades. En Dios todo es sí, todo es positivo.
La libertad en Dios es incondicional.
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Pues no lo sé.
Me gusta especialmente la descripción que hace Polo de la libertad trascendental humana cuando dice que es
"un discontinuo de comienzos" (ver etiqueta 5.5.4).
Me parece que muestra muy bien nuestra limitación y al mismo tiempo nuestra autoría, moviéndonos por donde queramos (en el ámbito de la máxima amplitud que es Dios).
Quizá podemos decir que la libertad de Dios es una Comunión de comienzos. No sé.
Pero he encontrado una sabrosa indicación en un texto de Falgueras en el que dice que la libertad divina es sin precedentes.
La libertad y el dar humanos son condicionales, es una añadirse, nuevo, pero sin ser pura novedad, pues acompaña.
El dar divino innova puramente.
No está condicionado.
Hace surgir de la nada.
La creación no es una "posibilidad" en Dios, que escoge entre otras. Dios no pierde posibilidades. En Dios todo es sí, todo es positivo.
La libertad en Dios es incondicional.
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¿Por qué decimos que la voluntad es curva?
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Tanto el pensamiento clásico como el moderno hablan de la curvatura de la voluntad.
La voluntad es calificada de curva porque queremos el querer.
Es decir, porque no es como el instinto animal, que quiere necesariamente.
El hombre puede querer no querer y querer querer.
La voluntad no va directamente a su objeto.
La inteligencia sí, conoce lo que conoce y ya está, porque la inteligencia no constituye sus actos sino que los ilumina.
Sin embargo, la voluntad sí constituye sus actos, teniendo en cuenta al otro y a los otros.
Es extremadamente prudente.
Otros llaman a esa curvatura "reflexión" de la voluntad" porque la voluntad vuelve sobre sí misma, queriendo o no queriendo su querer.
Prefiero decir que la voluntad obedece a otras instancias, que no procede de un solo motor, y que por eso es curva, como una carretera, que se tuerce y varía según la geografía.
O como un río. Como el río Congo.
Es decir, si quiero algo es porque hay una fuente (en realidad son varias) del querer.
Hay un Dar que afluye en la persona y le impele a querer.
Hay un Origen. Y el mismo Origen es Plural.
Polo dice que la voluntad necesita del respaldo de una persona que constituye los actos de la voluntad.
Los coadyuvantes en esa constitución son la sindéresis (coadyuvante de la voluntas ut natura) y la razón práctica (coadyuvante de la voluntas ut ratio).
Pero aún así, la persona no es un respaldo solitario. Porque la persona co-existe.
Ser curva no es, por lo tanto, un eterno retorno de mi empecinamiento, (o, con expresión de Posada, de mi empoderamiento), sino ser delicada, tener en cuenta a los demás, importarme el otro.
Contar con Dios.
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Tanto el pensamiento clásico como el moderno hablan de la curvatura de la voluntad.
La voluntad es calificada de curva porque queremos el querer.
Es decir, porque no es como el instinto animal, que quiere necesariamente.
El hombre puede querer no querer y querer querer.
La voluntad no va directamente a su objeto.
La inteligencia sí, conoce lo que conoce y ya está, porque la inteligencia no constituye sus actos sino que los ilumina.
Sin embargo, la voluntad sí constituye sus actos, teniendo en cuenta al otro y a los otros.
Es extremadamente prudente.
Otros llaman a esa curvatura "reflexión" de la voluntad" porque la voluntad vuelve sobre sí misma, queriendo o no queriendo su querer.
Prefiero decir que la voluntad obedece a otras instancias, que no procede de un solo motor, y que por eso es curva, como una carretera, que se tuerce y varía según la geografía.
O como un río. Como el río Congo.
Es decir, si quiero algo es porque hay una fuente (en realidad son varias) del querer.
Hay un Dar que afluye en la persona y le impele a querer.
Hay un Origen. Y el mismo Origen es Plural.
Polo dice que la voluntad necesita del respaldo de una persona que constituye los actos de la voluntad.
Los coadyuvantes en esa constitución son la sindéresis (coadyuvante de la voluntas ut natura) y la razón práctica (coadyuvante de la voluntas ut ratio).
Pero aún así, la persona no es un respaldo solitario. Porque la persona co-existe.
Ser curva no es, por lo tanto, un eterno retorno de mi empecinamiento, (o, con expresión de Posada, de mi empoderamiento), sino ser delicada, tener en cuenta a los demás, importarme el otro.
Contar con Dios.
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Una ayudita de Nietzsche para entender lo que es la contemplación.
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Nietzsche en "Humano, demasiado humano" dice :
"Ya se ha puesto el sol, pero alumbra y abrasa todavía el cielo de nuestra vida, aunque no lo veamos más".
Cita recogida por Angel Luis González en su Prólogo al libro de Polo, Nietzsche como pensador de dualidades, p.31.3
Pienso yo que la contemplación es un ver sin darnos cuenta de dónde viene la luz.
Para trabajar estamos obligados a introducir el límite mental, a olvidarnos de quiénes somos (olvido de sí, al fin y al cabo) para concentrarnos en nuestro trabajo, para actuar.
Ser contemplativo en esa tesitura no puede ser "extasiarse", pero sí puede ser abrasarse, como dice nuestro amigo el superhombre.
El sol interior alumbra nuestra vida.
Etiqueta del método del abandono: 2.1.0
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Nietzsche en "Humano, demasiado humano" dice :
"Ya se ha puesto el sol, pero alumbra y abrasa todavía el cielo de nuestra vida, aunque no lo veamos más".
Cita recogida por Angel Luis González en su Prólogo al libro de Polo, Nietzsche como pensador de dualidades, p.31.3
Pienso yo que la contemplación es un ver sin darnos cuenta de dónde viene la luz.
Para trabajar estamos obligados a introducir el límite mental, a olvidarnos de quiénes somos (olvido de sí, al fin y al cabo) para concentrarnos en nuestro trabajo, para actuar.
Ser contemplativo en esa tesitura no puede ser "extasiarse", pero sí puede ser abrasarse, como dice nuestro amigo el superhombre.
El sol interior alumbra nuestra vida.
Etiqueta del método del abandono: 2.1.0
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¿Se suman las Personas divinas entre sí?
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No.
La Trinidad no es un conjunto de tres, sino la identidad de tres.
Identidad, trascendentalmente considerada, no significa igual, sino dar trascendental o dar sin reservas ni pérdidas.
Cuando hablamos de las tres Personas ha de entenderse que nos referimos a una Persona,
a otra Persona,
y a otra Persona.
Tres estrictas novedades que no son iguales, sino irrepetiblemente idénticas.
Tampoco forman un conjunto, no son tres partes de un todo.
El total de una suma es inerte, lo paralizamos al adicionar mentalmente. La totalización carece de vida y de comunicación.
Lo vivo, sin embargo, sobra.
Un cuerpo vivo no es un conjunto de células.
Mucho más la vida divina no es un conjunto.
La sobreabundancia que acompaña al dar supremo no es el resultado de una suma sino el dar que no cesa.
Aunque nos añadamos a Dios, somos nadie.
Somos rayos de su gloria.
Nuestro añadir también es dado.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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No.
La Trinidad no es un conjunto de tres, sino la identidad de tres.
Identidad, trascendentalmente considerada, no significa igual, sino dar trascendental o dar sin reservas ni pérdidas.
Cuando hablamos de las tres Personas ha de entenderse que nos referimos a una Persona,
a otra Persona,
y a otra Persona.
Tres estrictas novedades que no son iguales, sino irrepetiblemente idénticas.
Tampoco forman un conjunto, no son tres partes de un todo.
El total de una suma es inerte, lo paralizamos al adicionar mentalmente. La totalización carece de vida y de comunicación.
Lo vivo, sin embargo, sobra.
Un cuerpo vivo no es un conjunto de células.
Mucho más la vida divina no es un conjunto.
La sobreabundancia que acompaña al dar supremo no es el resultado de una suma sino el dar que no cesa.
Aunque nos añadamos a Dios, somos nadie.
Somos rayos de su gloria.
Nuestro añadir también es dado.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.3. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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