Llamamos evolución por
cerebralización al cambio que se origina cuando, gracias al crecimiento de las
neuronas libres, el cerebro puede manejar las manos, conectando las sensaciones
de los sentidos internos (imaginación, estimativa, memoria), radicados en el
cerebro, con el movimiento de los miembros.
Los homínidos dotados de un
cerebro tan eficaz, en lugar de adaptarse al medio, por la fuerza de las
cosas, intentan modificar el medio.
Sin embargo, lo realmente
decisivo en la hominización es la
aparición de la inteligencia, cuyo origen no es el cerebro, sino unas potencias
nuevas: la capacidad de dominio (tener y dar), que gracias a la
conexión de esas nuevas potencias (espirituales) con el cerebro, dispondrán de
lo conseguido por la evolución (la cerebralización). Ese "disponer"
es la vida humana, que dispone de su mundo físico gracias a ese cerebro
conectado con las manos.
La aparición de novedades en el universo no nos debe extrañar.
La aparición de la vida fue
ya una gran novedad, pues se pasó del movimiento físico puramente externo al
movimiento inmanente: no es lo mismo una ameba que una gota de rocío.
¿De dónde viene la vida
biológica? ¿Cómo surgió la vida de las amebas? Su posibilidad pertenece al
orden del universo físico (podría existir en otras galaxias), pero hoy por hoy
no podemos explicarlo genéticamente. Quizá un día, con otros paradigmas
embriológicos, se consiga explicar. Más próximo se ve el día en que se pueda
sintetizar.
¿De dónde viene la inteligencia
humana? Aquí la novedad es aún
mayor. Pues no se trata de un movimiento físico, sino de un tener
"espiritual".
No ya un tener inmaterial
(las imágenes inmateriales se dan también en los animales: un perro sueña; un
pájaro "siente" hambre, aunque no se dé cuenta de que siente, al no
tener conciencia concomitante).
El "tener"
propiamente humano, espiritual, consiste
en hacerse otro. Acto de acto. Ha aparecido un "quién" que posee
"conociendo". Ese "quién" podemos aplicarle sin miedo el término
de "extracósmico", pertenece a la esfera de lo que ya los antiguos
llaman divino.
La biología puede explicar
el surgimiento de especies nuevas.
El término de la
hominización, el aparecer de la inteligencia, que coincide con el comienzo de
la humanización, no se puede explicar
así. En el hombre hay algo superior a su corporalidad viviente. No le basta la
cerebralización.
De esto habla Polo en
"Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición.
Unión Editorial. p. 58
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